viernes, 29 de enero de 2010

Bye, Salinger, bye

Ha fallecido J.D. Salinger, autor de uno de los libros más decisivos para la juventud contemporánea occidental, El guardian entre el centeno. 90 años y un espíritu que perseguía el anonimato aunque, paradójicamente, lo que hiciese fuera estimularlo más. La imagen que ha ido apareciendo en prensa estos días -la de él enfadado y amanezando con el puño- es muy popular, seguro que más que la mayoría de las de Norman Mailer (por decir otro autor norteamericano; un día hablaré más del sr. Mailer).

Tan sólo puede recomendar leer sus escasos y maravillosos libros (nunca se habla de sus Nueve cuentos, que son también una pequeña joya -todos en Alianza bolsillo a un precio insuperable-). Que Salinger haya vendido hasta la fecha 60 millones de libros no es casualidad, Holden Caulfield -protagonista de El guardián entre el centeno- representa perfectamente al joven desorientado, enfadado con todos, en busca de una individualidad en una sociedad dolorosa e inhumana. Un retrato pues de cualquier joven y de su egoísmo infinito.

Aparte, queda claro, las neuras y demás del autor. Negación total a aparecer en público, nada de entrevistas (en su vida sólo dió apuntes para una), nada de fotos (esta que incluyo es una de las pocas que existen), y un comportamiento un tanto peculiar (su hija escribió un libro en el que no le ponía precisamente como padre modélico, entre otras lindezas, aseguraba, bebía su propia orina y se pasaba el día viendo televisión basura). Decidió no compartir más su literatura, se dijo también que ya sólo escribía para sí mismo, quizás ahora, con su muerte, algo salga a la luz y disfrutemos de nuevo de esa vibración única del maestro "raro" y de los raros, JD Salinger.


Aunque quizás, también, el mundo haya cambiando algo desde Salinger-Caulfield y su introspección no-ruidosa...

jueves, 28 de enero de 2010

Todo viene y va

La lectura de este maravilloso libro editado por Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores, Los señores de límite, me vuelve a recordar que hasta en poetas de la altura de W.H Auden (influencia decisiva para, por ejemplo, John Ashbury o mi admiradísimo Gil de Biedma), los momentos de genio vienen y van. Con etapas de una lucidez entre visionaria y psicótica y otras que parecen de un grafómano alucinado con las plantas y los ríos. Auden vino al mundo para quedarse para siempre (aunque algunos quieran olvidar a los poetas de verdad/de la verdad).



Auden posee la magnética capacidad, a veces, como decía, de atraparte en sus palabras, de parecer que están hechas exclusivamente para ti. De jugar con ellas como barro extremadamente maleable. Las palabras están ahí para intentar explicar el mundo, las cosas y las gentes. W.H. Auden sobrevive en nuestras cabezas porque se ha llevado algo de los intangibles, algo que sólo saben hacer los poetas gigantes, ni el pintor, ni el escultor, ni por supuesto el escritor en prosa. Ser poeta es un regalo y una condena de los dioses.


*Los Wavves o la realidad ya sólo es comprensible/aceptable con capas de ruido y feedback. Que no les/nos roben el día.

martes, 26 de enero de 2010

Bajo el agua

Cada vez se impone más en mí una sensación. Algo transparente, como las verdades de los poetas y los niños (véase que no digo los borrachos, con esa excusa aumenta su autocomplaciencia, su consumo de alcohol y esa infelicidad profunda). Cada vez más, decía, siento que la semana es una larga marcha bajo el agua. Un esfuerzo constante y cansado. Al final de ese interminable buceo, un corto periodo de descanso, tras el cual saco unos momentos la cabeza, atrapo un poco de aire (el que puedo) y vuelvo al agua en sentido contrario. Así una y otra y vez. A veces, bajo el agua suceden cosas divertidas o medianamente entretenidas. Cosas que hacen que olvide/mos dónde nos encontramos, sí, con el bañador rígido, la piel cuarteada y los ojos rojos. Sucede en pocas ocasiones, la verdad. Otras pensamos en cómo sería estar fuera del agua (ya un poco turbia, ya un poco fuera del mundo).


Por suerte, existen personas como Jeremy Jay, que nos hablan sobre qué es eso de estar al otro lado, donde las mentiras, al menos, no engañan a la propia música. Puede que el Sr. Jay le salve a vd. también el día.

lunes, 25 de enero de 2010

Reflejos del individuo que somos todos

Reflejos en un ojo dorado es una cinta difícil de clasificar. No en el sentido de comedia o drama, que está muy claro, sino a dónde y a quién quiere llegar la historia. Los matices son tantos que, la verdad, mi generación puede abrumarse ante todo ese torrente de sutilezas (desacostumbrada por la televisión basura). Recordar que nos educaron a base de Espinete y Epi y Blas.

Los matices, sobre todo, van orientados a la sexualidad. Basada en una novela de Mc Cullers, Reflejos en un ojo dorado narra la historia de unos cuantos personajes en una academia militar. Lugar de supuesta virilidad, donde algunas mujeres (Elizabeth Taylor está más que bien) tienen más fuerza que hombres y otras pagan su feminidad/sensibilidad con la locura. Ese contrapunto a los trajes militares que es el ayudante afeminado, el soldado voyeaur que mira por la ventana y camina hacia habitaciones por las noches. En esa tensión que se mantiene durante prácticamente toda la película.


Y,claro, Brando, el hombre. No es casual que John Huston eligiera para el filme a Brando, la testosterona andante (recuérdese Un tranvía llamado deseo), ya que representaba mejor que nadie ese hombre del pasado. El hombre del futuro pasaba por sensibilizarse, por tener una vida interior, por hacerse preguntas... Y las mujeres "triunfadoras" cada vez más duras, crueles e insensibles, atrapando lo peor del hombre del pasado (los amantes, humillaciones, maltratos públicos...), y cuando la feminidad evidente desaparece todos la echan de menos (por necesaria, por imprescindible para habitar el mundo).

Reflejos en un ojo dorado habla de la soledad moderna, de las incertidumbres personales, de lo que uno oculta en su soledad "de corredor de fondo"... donde todo se expresa en el dominio que realizamos sobre los demás. Así no es extraño que ver a Brando preguntándose por el liderazgo, sollozando y con esos silencios largos, nos sea familiar al individuo contemporáneo. Esa idea de que toda sensibilidad debe desaparecer, a la fuerza incluso, no lleva a crear mejores personas, al contrario, sólo a convertirnos en domadores de los demás. Eso, o la locura, claro. Cinta necesaria pues.


Flexibilicen su conciencia con este semi-hit de Suede, "So Young", un canto a todo eso que se nos fue y, como mucho, sólo queda guardado en canciones.

martes, 19 de enero de 2010

Viaje ácido (y continuidad en el entrenamiento)

A altas horas de la madrugada, cuando la ciudad de León duerme entre lluvia fina y camiones de basura, podía ver The Acid House, la plasmación en celuloide de unos relatos de Irvine Welsh (eso es,exactamente, el autor de Trainspotting). ¿Qué aporta The Acid House? Bueno, en esencia, es un poco más de ese mundo marginal y de grietas en las paredes que tanto gusta a Welsh. Aquí el protagonista no son las drogas y sí chicos trabajadores a los que algo va mal, fatal, diría yo.


Tres relatos, a cada cual más duro y cruel con los personajes (qué mal trata Welsh a sus protagonistas!), en lo que narra un día, cada instante peor que el anterior, de un joven al que todos le dan la patada (sus padres incluidos -lo de la escena de los padres "teniendo relaciones" es para verlo por uno mismo, y prefiero no contarlo por aquí por el tema de las visitas de las damas-). La segunda de las historias es mi favorita. Inmejorable y desagradable, la especialidad de la casa. Mucho mejor que el tercero de los relatos, que da nombre a la película y el libro homónimo. Hablaba de la segunda historia (la imagen pertenece a ella), narra la vida de un chico que se casa con alguien que se lía a la primnera de cambio. El problema es que llega a convivir con ese abismo. Hay una niña por medio y todo acaba en un perdón absoluto difícil de asimilar. Entre cervezas y pubs de mala muerte. Genial y aterrador.

Los personajes de Welsh vuelven a ser los mismos de siempre: los violentos, los currantes sin perspectivas, los vividores, los caraduras, las chicas frescas y/o que aman el pop, la gente de los barrios apartados y descuidados... La gente que el resto de escritores no ve, de ahí la importancia de Irvine Welsh (Cooper hace lo suyo con los homosexuales). La calle vuelve a tener las respuestas. Lo de si merece vender más ejemplares que la Biblia (se decía eso en la contraportada de Trainspotting), aquí queda un poco excesivo, pero recomendable sí, y mucho. Miren ese otro lado, por favor, y no se asusten.


*Continuaremos entrenando...aunque cueste...

viernes, 15 de enero de 2010

Uno iba para estrella del rock, pero...

Sí, yo conocí a Morrison y lo ví claro. Tenía que ser vocalista rock o nada. Y como uno no tiene ningún talento musical (bueno, dudo tener alguno), pues he ido arrastrando esa frustración, ese malestar que habita dentro. Luego me he conformado con algo menor, que es escribir en la soledad de la habitación y la música baja. No parece tan malo, pero créanme, lo es. La soledad del que escribe es un poco aburrida. A uno, claro, le gustan los espejos y la noche.



Todo esto viene a una imagen mía que me ha llegado hoy, una foto de hace tiempo (mi época de ensayista en el frutrado Peatom) de una magnífica y acertada fotógrafa, Leila Jacue. Me recuerda mi ímpetu de crear (lo mantengo, pero más escondido dentro de la chaqueta), de arrojar cosas a la población, a las mujeres bellas y los gatos callejeros. Uno iba para estrella del rock, decía, lo demás ha ido siendo un sucedáneo, un modo de calmar esa necesidad de rock n´roll que a veces me grita desde el fondo abisal del alma.


Recuerdo (uno está hecho de una multitud informe de recuerdos) que en Alta Fidelidad, la película protagonizada por Cusack y basada en un gran texto de mi adorado literato pop Nick Hornby, decía, en esa película el protagonista planteaba que le hubiera gustado ser parte de un grupo musical, uno mediano, bueno pero mediano. Pues yo tengo claro ese grupo, me gustaría ser la parte masculina de The Kills, molones y chulos...


jueves, 14 de enero de 2010

Lectura (con flash)

He comenzado con pasión de adolescente (por lector y moribundo precoz) este maravilloso (y diminuto) libro de Luis Antonio de Villena, Retrato (con flash) de Jaime Gil de Biedma. Una buena edición, tapas rojas como la sangre fresquísima... y, por supuesto, un texto que retrata al poeta (uno de mis favoritos) en la emoción interior, la borrachera nocturna y el lío de amantes. Creo que ningún libro (y evidentemente ninguna biografía) había conseguido acercarme tanto a la persona (no sólo al personaje).

Biedma era un adelantado a su tiempo, con una sofisticación (escrita y personal) rara para la época, como un visitante del futuro, excesivo y perfecto (como son las cosas que merecen la pena). El poeta de la experiencia ha quedado mucho más que el resto de su quinta y no creo, claro, que por casualidad. Que se lleven al cine sus escenas de cama tampoco es un problema, el problema es que sus versos no estén en las clases de secundaria, entre tanto Lorca, tanto Mio Cid y tanto cuento. El problema de este país, como siempre, es que no lee ni el que tiene que leer. Spain is Pain.


Y cuidado con los ojos de la gente (consejo de Golpes Bajos). Plena ebullición de la Movida (terreno abonado por un hombre como Gil de Biedma).


martes, 12 de enero de 2010

Happy Birthday (tardío), Mr. Presley

El pasado 8 de enero (sí, ando un poco tarde), si el Rey continuara vivo, hubiera cumplido 75 años. Más o menos los álbums de estudio que llego a gabrar. Creo que cualquiera se da perfecta cuenta de la altura de Elvis, de acuerdo, sólo un intérprete (las canciones se las escribían), pero vaya intérprete! No me parece exagerado cuando Lennon decía aquello de que antes de Elvis no había nada. Y sí, tal vez Chuck Berry es grande, Bo Diddley sublime, pero es que Elvis es monstruoso.


Incluso sus etapas más decadaentes (Las Vegas, el mogollón de películas, Hawaii -véase la imagen-) tienen un encanto especial. Dicen que el único hombre que El Rey se sorprendió de conocer fue a Marlon Brando (quizá de ahí esa pasión suya por el cine), pero, seguro, nadie quedó indiferente a su presencia.
En breve se publicará un libro sobre la relación de Elvis y las mujeres, se dice también en esta obra que una de las chicas Russ Meyes, la mexico-filipina pechugona (la de Faster Kill Pussycat!, ) fue la que introdujo al rockero en el arte del cunnilingus. La vida de Elvis, el primer ídolo de masas (además, y esto creo que es muy importante, de origen humilde), obsesionado con su madre, con las adolescentes, bebedor compulsivo de Pepsi, que regalaba coches a diestro y siniestro, que hacía recoger a sus fans el polvo sobre las sillas en que se sentaba, filetes mordisqueados guradados en urnas... Elvis, una vida que merece ser observada con lupa.




lunes, 11 de enero de 2010

Frost/Nixon o el diálogo con la corruptela

Frost/Nixon, en España El desafío: Frost contra Nixon es uno de esos filmes norteamericanos inteligentes, y con ello quiero decir que fomentan el pensar, el debate interior (cosa nada habitual, por cierto, en el entramado del celuloide yanki). El planteamiento de la cinta está basado en hechos totalmente reales, cuando un periodista de segunda (Frost) decide entrevistar a Richard Nixon después de su renuncia a la presidencia. Frost supo ver lo que no vieron otros grandes periodistas de la década de los 70, que el pueblo norteamericano necesitaba una catarsis, escuchar pedir perdón a un presidente corrupto que les había tratado como borregos. Lo que hace la cinta es ver los entresijos de esa entrevista histórica, donde había en juego mucho dinero y donde además puede entreverse la inteligencia fangosa del presidente norteamericano.



Lo que Nixon vino a aportar a la cultura contemporánea, es la conciencia colectiva de que la corrupción había invadido todas las esferas posibles, incluida la presidencia. Lo que hoy nos parece natural (tráfico de influencias, cohecho...) era un golpe a la ingenua conciencia norteamericana. Era como derribar un muro sagrado. El Watergate era una herida abierta y alguien como Frost vio que era necesario cerrarla. Algo parecido ha ocurrido con Bush Jr., después de sus estragos políticos, no ha tenido ni una sola consecuencia sus actos (mentiras globales, miedo radical a la población...), lo que ocurre es que Bush no da para una entrevista con jugo. Lo que también hace Frost/Nixon es dignificar la figura de Nixon, un estadista que sabe pedir perdón (aunque eso no sea suficiente, Vietnam seguía en mente para recordarlo a todos). Y Bush, claro, sin ninguna consecuencia por Irak. Así están las cosas. Ah, las interpretaciones de esta magnífica película merecen todos los premios posibles. Vean cine del bueno que, que uno sepa, no ha matado a nadie.


viernes, 8 de enero de 2010

La puerta de los infiernos, justo en el centro del pecho

Las últimas noches, cuando el día me ha dejado moribundo, me acerco a este libro de frases cortas y adjetivos evocadores. La muerte y el dolor tratados como lo hacen los escritores de verdad. Laurent gaudé es toda una institución en su país, además de contar con algunos de los premios más insignes de su tierra.
"La puerta de los infiernos" cuenta la historia de un hombre al que se le muere su hijo. La culpa aparecerá, y también el infierno y los infiernos -literalmente-, en un hombre en su auto-búsqueda en los huecos del dolor. Con ecos griegos, este libro es de lo más certero que he leído últimamente. No sobrá ni una coma, en una economía del lenguaje envidiable. Hay que seguir la pista, muy de cerca, a este hombre. Como siga así se lleva la diana (no solo le da en el centro).





El próximo sábado día 16, presentamos el nuevo Azul eléctrico, la publicación que vengo dirigiendo, con más o menos acierto, desde hace más de cuatro años. Un nuevo número que verá la luz a partir de las 22.30 hs. en la sala Studio 54, con el alucinante directo de Galáctica y The Bleach. El pop y rock más puro hecho forma.


*"Estafa", una canción etéreamente pop que, pese al tiempo transcurrido, no ha perdido ni un ápice de actualidad. Es lo que tiene el pop.


jueves, 7 de enero de 2010

Mil gracias

Mil gracias por la buena acogida que está teniendo El tiempo nos va desnudando. Gracias por las buenas ventas, en constante aumento, por la recpción de la obra, enriquecedora y crítica con los puntos que deben ser criticados. Gracias pues por estar ahí como lectores y recibir algo (muy) mío.


Curiosamente, podía leer en prensa la implantación definitiva de escáneres corporales en los aeropuertos holandeses como medida de seguridad y control para evitar actos terroristas en los aviones. Unos escáneres que desnudan -literalmente-al pasajero y que, muchos aseguran, no resultan mucho más efectivos que los modelos anteriores. Un paso más en nuestra fragilidad, y que hacía profético, por desgracia, el título de El tiempo nos va desnudando.

Gracias también a un blog () de una adorable poetisa uruguaya que me cita en el mismo (y no tengo ni idea de cómo ha llegado a sus manos). Las paradojas y maravillas de la literatura. Es un placer, Wilhemina Queen, quedarme rodeado en tu blog de tus haikus certeros y puros.



*También podía ver el otro día el nuevo vídeo de los CATPEOPLE (bueno, supongo que nuevo, a veces el lobby de alguna prensa pesa mucho),donde el bueno de Adrián recibe palos por todos los lados. Es bueno recordar que ellos iban para directores de cine y acabaron en esto de la música por casualidad. Buena gente y buen sonida. Disfruten este "In Silence" y me cuentan.

martes, 5 de enero de 2010

Reivindicando y respirando

Tengo que recomendar efusivamente a este hombre. Debo hacerlo. No sé muy bien por qué no lo he hecho antes. Jeremy Jay se merece mis elogios y los de todo el barrio donde vivo (viejillos incluidos). Su pop es del bueno, de manual de estilo, al modo clásico, sensitivo y medianamente eufórico, con la necesidad de repetir sus canciones una y otra vez (eso pasa pocas veces, la última que me ocurrió fue con Hefner -mis ídolos de pos-adolescencia-).



Muchas veces me pregunto por el corazón de sensibilidades como la de Jeremy Jay, entre la explosión contenida y el amor incontrolado, entre tú y yo. Me pregunto mucho, ya digo, por los orfebres que hacen esas canciones que nos abrigan y nos resguardan de los días con dolor, el odio en los ojos y la fiereza en las palabras. El pop sirve para todo eso, pero sobre todo para salvarnos y reconciliarnos con nosotros mismos (y con la especie). Viva Jeremy Jay y viva el pop. Pues eso, que viva.


*Corran, corran a buscarlo...

lunes, 4 de enero de 2010

Y pasan los años (y todo sigue igual)

Hoy mismo aparecía en el diario El País un artículo sobre los cambios positivos que generará la crisis económica, las perspectivas de futuro, la bondad humana y demás. Claro, con ese panorama y el patrocinio del Banco Santander todo deja mucho que desear. Lo mencionado -las mixturas, las relaciones sociales vía Internet... está ya más que tratado- habla del posmodernismo y no de una nueva realidad presidida por: trabajos basura, comida basura (o de segunda en todo caso), televisión basura y, en definitiva, vida basura por doquier. Ni es esperanzador el futuro (en principio, porque uno tiene la mala costumbre de creer en el hombre), ni la perversión del sistema había llegado tan arriba (es un banco el que nos dice que todo va a ir bien, que saldremos fortalezidos, supongo que con la intención de consumir más).

Un despropósito que reina en la realidad diaria, presidida por un individualismo cada vez más feroz (los analistas que menciona El País no sé en que mundo viven), donde las clases se mantienen, la esclavitud "sutil" (y a veces no tan sutil) se mantiene y, en vez de mejorar la vida de la mayoría, se empobrece, se destruye, y acaba siendo usada en función de los intereses comerciales y económicos del momento. Cobayas baratas es lo que somos (vías para mejorar el funcionamiento de un sistema que se mantiene a cualquier precio, nuestra vida incluida).


Se cumplen también, por cierto, 100 años de una de las calles más legendarias de este país, la Gran Vía de Madrid. Lugar entrañable de la capital, y que ha habitado multitud de libros y cultura diversa. Y así, la Gran Vía seguirá viendo pasar el tiempo (y no la Puerta de Alcalá, como equivocadamente se cantaba). Uno, aunque le cueste, guarda la esperanza de que esto sea un poco mejor.










Vivian Girls, o las chicas rockeras salvaran el mundo (Julio César Álvarez dixit)