miércoles, 18 de diciembre de 2013

Erotismo silenciado



Estuvimos varios días en aquella habitación. Manteniendo, sintiendo el calor. El tiempo transcurría fuera mientras nosotros vivíamos una especie de parón eterno. Los discos por el suelo. Latas vacías de cerveza sobre los muebles. Un cenicero lleno de Chesterfield. Y un inmenso olor a sexo que llenaba la sala como un perfume caro. A veces tenía la sensación de haber perdido peso. Fuera hacía frío. Nos tumbábamos sobre la alfombra y nos dedicábamos a recordar viejos amantes. Acariciaba sus muslos. Que yo recuerde, tenía un mordisco suyo a la altura del abdomen. Ella llevaba algunos arañazos a un lado de la espalda. Se movía desnuda con naturalidad, como esos animales confiados. La luz entraba tímidamente por la ventana. Brillaba el suelo y las canciones lentas de los Smiths le erizaban la piel. De vez en cuando me miraba a los ojos y no decía nada. Se quedaba mirando y me besaba con fuerza. Apretando los labios contra los míos.  












La televisión estaba encendida y en silencio. A veces se ponía encima de mí, me tapaba la boca y gemía como si fuera alguien entregada a una extraña causa. El sexo nos hacía olvidar todo. Los problemas, el tedio, la propia vida. Apenas sudaba. Luego cogía una toalla beige y se iba a la ducha. Se frotaba la piel y echaba espuma en el pelo. Todavía recuerdo cómo me miraba. Como si supiera toda la verdad y hubiera preferido silenciarla. Se colocaba una toalla en la cabeza y otra en el cuerpo. Caminaba con los pies descalzos por el pasillo, dejando la silueta de sus pies en el parquet. Me hablaba de Jean Genet tumbada en la alfombra. Húmeda y ausente. Yo ponía una nueva canción en el giradiscos. Entonces ella la tarareaba lentamente y con desidia. Se quedaba mirando al techo. Tan lejos de todo que resultaba envidiable. Creo que nunca se lo dije.











[The Smiths, these things take time (live)]






jueves, 21 de noviembre de 2013

Languidecer




"Antes la barbarie que el aburrimiento"

Téophile Gautier










"La vida es, decididamente, un autobús 
repleto de horrorizados pasajeros."

La historia del silencio, Pedro Zarraluki





"Como las afables abuelas francesas ante la guillotina,
también los ciudadanos modernos se han acostumbrado
a ver cada noche, mientras cenan, todo el horror, la maldad, 
la guerra, la injusticia y los crímenes que asolan 
al mundo que los rodea."

El factor fama, Mercedes Odina/ Gabriel Halevi


















[ Frankie Goes To Hollywood, barbarie relax]















jueves, 24 de octubre de 2013

El Descrédito




Louis Ferdinand Céline (1894-1961), autor de Viaje al fin de la noche y Muerte a crédito (sus dos obras más conocidas), fue sin duda uno de los más grandes y polémicos escritores del pasado siglo, referente indiscutible de las generaciones venideras y fuente de inspiración permanente para la prosa contemporánea.

Sus panfletos antisemitas y su colaboracionismo con el régimen pronazi de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial, le condujeron a la infamia y el descrédito (además de a la cárcel y el ostracismo), suscitando desde entonces las más controvertidas y apasionadas polémicas.

En El descrédito: Viajes narrativos en torno a Louis Ferdinand Céline, un grupo de escritores españoles contemporáneos aborda, cincuenta años después de su muerte, su figura y su obra, exponiendo su visión personal, subjetiva y crítica sobre un autor indispensable para entender la narrativa más reciente.










Los autores:  Miguel Sánchez Ostiz, Mario Crespo, Celia Novis, José Ángel Barrueco, Óscar Esquivias, Bruno Marcos, Pepe Pereza, Isabel García Mellado, Alex Portero, Vanity Dust, Juanjo Ramírez, Patxi Irurzun, Juan Carlos Vicente, Velpister, Esteban Gutiérrez Gómez, Pablo Cerezal, Javier Esteban, Choche, Miguel Baquero, Carlos Salcedo Odklas, Joaquín Piqueras, Adriana Bañares, Gsús Bonilla, Alfonso Xen Rabanal, Daniel Ruíz García, Enrique Vila Matas.



Una antología coordinada por

Vicente Muñoz Álvarez &  Julio César Álvarez 
para Ediciones Lupercalia.


















[Céline,  brillo sucio]







jueves, 10 de octubre de 2013

Confort e Internacional Situacionista






"El ESTADO DE BIENESTAR nos impone hoy, en forma de técnicas de confort (batidoras, conservas, Sarcelles y Mozart para todos) los elementos de una SUPERVIVENCIA a cuyo mantenimiento no han dejado y no dejan de consagrar toda su energía la mayoría de las personas, prohibiéndose al mismo tiempo vivir."




"(...) lo que en sí mismo debiera permitir construir con abundancia, nos sume en una pobreza de lujo y hace la alienación tanto más insoportable cuanto que cada elemento del confort nos cae encima en forma de liberación y con el peso de la servidumbre."




Internacional Situacionista, nº8 (1963)

























[MUDHONEY,  Don´t touch me]






miércoles, 25 de septiembre de 2013

Introducción a la violencia pop




God Bless America (2011, aquí traducida desastrosamente como Armados y cabreados) es esencialmente una película de serie de B. Una de esas cintas que nunca salen de los videoclubs y que esconde unos cuantos aciertos que bien merecen tenerse en cuenta. Las comparaciones son odiosas, o eso dicen, pero sobre este filme violento y sanguinario sobrevuela y pesa otra película de semiculto, Un día de furia (1992). Sí, exacto, aquella historia protagonizada por Michael Douglas en que un tipo corriente, harto de todo, la emprende a tiros contra lo que le rodea. En God Bless America, un tipo corriente también, quizá con más ética, paciencia y principios que la media, explota tras tener que soportar regularmente a sus vecinos vociferantes, un montón de programas de televisión que alienan a la mayoría (espeluznante la visión sobre esos programas de "talentos" musicales), y una falta de sensibilidad que se ha extendido socialmente como una peligrosa mancha de aceite. Toda esa basura que tragamos regularmente cada día. El protagonista explota, claro, porque le confirman un tumor cerebral sin muchas opciones. Explota, porque ya nada importa entonces, porque ya no es necesario soportar ni un día más un trabajo que disgusta, una hija caprichosa o la imposibilidad de convertirse en alguien esencialmente bueno con los demás.










Para ello contará con una colaboradora inesperada, una adolescente furiosa con la vida que también decide coger un revólver junto a él, convirtiéndose ambos en unos Bonnie & Clyde en clave pop y con ropa de saldo de grandes almacenes. Así, se transformarán poco a poco en esos definitivos justicieros contra el mal gusto, la hipocresía o el odio político/ religioso. Una de esas parejas contra el mundo. Heredera directa de aquella otra de tintes psicopáticos que fue la protagonizada por Juliette Lewis y Woody Harrelson, Asesinos natos (1994), donde todo se resolvía con litros y litros de sangre e ironía. Pero mientras aquellos Asesinos natos parecían excesivos o despiadados, estos hijos de una Norteamérica en decadencia parecen niños jugando fuera ya de su rincón de castigo, basado puramente en tragar y tragar una realidad irrespirable que insulta a la inteligencia y el sentido común. Porque Norteamérica, de cuando en cuando necesita disparar como una catarsis de conexión histórica (el noteamericano medio lleva un vaquero dentro de sí) en que el disparo con armas de fuego funciona como un fallido orgasmo sustitutivo. Una discutible liberación de lo que no soportamos. Aunque quizá también es cierto que soportamos demasiado.























[God Bless America, violencia y prestigio pop]

















miércoles, 11 de septiembre de 2013

Generalizar la palabra




"Desde cualquier ángulo que se mire, el presente no tiene salida. No es la menor de sus virtudes. A aquellos que querían esperar a toda costa, les roba todo apoyo. Aquellos que pretenden ostentar soluciones son desmentidos al momento. Se escucha decir que la situación sólo puede ir de mal en peor. Es la sabiduría de una época qua ha llegado, bajo sus aires de extrema normalidad, al nivel de consciencia de los primeros punks."





"Sabotear toda instancia de representación. Generalizar la palabra."



Comité Invisible





































[The Growlers, One Million Lovers, la insurrección de un millón de mentes (Trocchi)]









martes, 27 de agosto de 2013

Shine on



"I don´t why I dream this way,
The sky is purple, things are right every day,
I don´t know, It´s just this world´s so far away,
But I won´t fight and I won´t hate, well not today

(...)


In the garden in the house of love,
Sitting lonely on a plastic chair,

(...)


She, she she she shine on,
She she she shine on..."








(House of Love, Butterfly, 1990)
























[ House of Love, brillos y tal ]
















domingo, 28 de julio de 2013

La primera vez que me quedé quieto



No importa cómo nos conocimos. O en todo caso sólo importa en la medida que hizo posible aquel encuentro. Hacía calor. Demasiado. Las ciudades siempre guardan el calor bajo el suelo como los niños sus juguetes favoritos. Quedamos en una de esas cafeterías de la parte vieja. Decoración vintage y las típicas columnas blancas con relieves. Yo llegué antes. Pedí una cerveza para calmar los nervios y sentir que podría decir todo lo que tenía que decir. Ella llegó después. Traía un vestido de colores muy vivos, una inmensa sonrisa en la boca y un cierto aire de entusiasmo ansioso. Estuvimos hablando muchísimo. Pero llegó un momento en que nuestros ojos se encontraron como una especie de respuesta sin rodeo, algo neutro y transparente como la luz directa de un foco. Nos miramos en silencio y decidimos irnos de allí. Pagé la cuenta y solo pude fijarme en mi cuerpo nervioso y en su cara cada vez más brillante. Sudábamos un poco. Caminamos y nos reíamos. Algún silencio. Y todas esas palabras que parecían ir en la dirección correcta. El instinto o dios sabe qué. Nos deseabamos tanto.  








Luego nos besamos en la calle. La gente que pasaba al lado se quedaba mirando. Ya nadie se besa de verdad. Únicamente los locos, los apasionados o los adolescentes. Y entre todos ellos son bastante pocos. Su pelo brillaba. Su cuerpo era una especie de caja de resonancia de mi inmensa necesidad de ella. Nos propusimos casi a la vez alejarnos de la mirada del resto. Al final, nos fuimos a un pequeño hotel con sábanas recien planchadas y olor a limpieza. Llegamos besándonos. Impregnados de tantísima pasión que ni al más insensato se le hubiera ocurrido parar aquello. Nos desnudamos rápidamente. Me fijé casi por inercia en cada pequeño rincón de su piel. Era suave y tenía un color un poco dorado. Pasaba mis manos arriba y abajo por su espalda, por su sexo, quitando cualquier cosa que entorpeciera nuestra desnudez. Seguimos besándonos, diciéndonos. El calor llegaba de la calle. También las sirenas y las pocas conversaciones. Ella decía derretirse. Cogía aire por la boca. Sabía a sal y a impulso. Gemíamos de tanto placer que supongo que a los vecinos de habitación sólo podría resultarles excitante o un tremendo insulto. Para colmo, estaba tan atractiva que lo único que podía pensar era en repetir aquello una y mil veces. Cuando acabamos, todo quedó en un inmenso silencio. Nada incómodo. Una especie de calma en el caos de nuestras vidas. Se levantó. Y desnuda se quedó mirando a través de la ventana de aquella ciudad que nos había permitido respirar. Sonrió. Y dijo que estas cosas sólo pasan en las vidas de verdad. Asentí y me quedé quieto. Por primera vez. 















[Y mientras, no dejaba de tararear esta canción en mi inglés más torpe]









jueves, 18 de julio de 2013

Antes de que se apague


Antes de medianoche es el aparente cierre de esa singular trilogía sobre el amor de Linklater. Singular y perfecta por su tratamiento único del tema, tanto a nivel estético como psicológico. De hecho, creo que la trilogía de Linklater es uno de los mejores carboncillos posibles que sobre el tema ha realizado el cine más reciente. En su nueva entrega, tras aquella dosis hipercalórica de entusiasmo y romanticismo de la primera parte (Antes del amanecer) y después de aquel reencuentro lleno de matices y sofisticación (Antes del atardecer), llega la inevitable dosis de realidad y conflicto de una relación duradera. Antes de medianoche es casi un espejo sin deformaciones de las relaciones más maduras, de sus altibajos más endebles y un trabajo exhaustivo de comprensión y aceptación de la pareja contemporánea. Una pareja en la que todavía pervive la lucha de sexos, el engaño, las dudas, el miedo al futuro, las inseguridades o la propia inestabilidad emocional, en una combinación fiel al espíritu de cambio de un época. Resulta esclarecedora esa conversación a cuatro bandas, mientras comen, de parejas de diferentes edades y en diferentes etapas, transmitiendo desde la ingenuidad en permanente cambio de los adolescentes hasta la sencillez visionaria/visceral de los más ancianos. Es uno de esos momentos que el cine regala de cuando en cuando para comprender un poco mejor la vida misma.







Linklater decidió dar a la tercera entrega de esa pareja maravillosa que es Ethan Hawke y Julie Delpy (siempre entusiastas, siempre complejos) una visión más agridulce, con cambios bruscos, inevitables, introduciendo incluso terceros (ese hijo de un anterior matrimonio y esas gemelas que son como una sombra que envuelve todo el relato) en una calma temporal que desempolva todos esos conflictos atrasados o pendientes. Persiste, eso sí, cierta provocación viva entre ambos, un humor ingenioso y a prueba de balas, y esa pasión vehemente que a veces aniquila a los otros. Y por supuesto los reproches, ese mal endémico que al final no ha ayudado a absolutamente nadie. Es decir, más allá de sus rasgos atípicos (pocas parejas poseen una comunicación tan duradera, carismática y creativa), la pareja Hawke-Delpy lleva consigo algo de todos nosotros, de nuestra forma radical de enamorarnos en Occidente, de nuestra intimidad más excesiva, del tipo de persona en que nos vamos convertiendo progresivamente y, en definitiva, de las relaciones entre los dos seres más extraños y fascinantes de la naturaleza. Decía Freud aquello de que la felicidad es la capacidad de amar y trabajar. Linklater ha dado forma a ambas cosas. Y se nota.


















[Before Midnight,  añadir realidad a la fórmula]










lunes, 15 de julio de 2013

Esencia




"Tal y como han dicho los situacionistas: todo es espectáculo. Un espectáculo que funciona solamente porque cada uno finge estar disfrutando de éste y porque cada uno piensa que es solamente él quien no encaja en la totalidad."


The Black Hand Gang "Hapt 8" incluido en King Mob#3








"Y folllamos contigo. Mentalmente."



Ciudad del hombre: Nueva York (1995), José María Fonollosa. 





"Para que una obra de arte sea realmente inmortal debe exceder todos los límites humanos; la lógica y el sentido común sólo servirán para interferir. Pero una vez hayamos roto estas barreras, conseguiremos entrar en la región del sueño y la visión infantil."


(1913), Giorgio de Chirico
















[Gang of Four, fiesta y lamento soft para un nuevo siglo] 










viernes, 28 de junio de 2013

Teoría y práctica del pasado



"Sin duda usted conoce la famosa teoría según la cual, 
en la sociedad comunista, satisfacer el deseo sexual y las
necesiades amorosas es una cosa tan sencilla como beberse
un vaso de agua. A causa de esta teoría del vaso de agua, 
nuestra juventud ha perdido los estribos, sencillamente
ha perdido los estribos."


LENIN, Cartas a Inés Armand, 1915






La teoría del vaso de agua (Salto de página, 2013) es la nueva novela de Javier Menéndez Llamazares y, sin lugar a dudas, una de las construcciones literarias más prodigiosas que han caído últimamente en mis manos. Con una fina ironía y un estilo depuradísimo y fresco (como un chicle de clorofila, de esos que queman la boca), La teoría del vaso de agua narra la historia de una hipotética Carmen Arruti, una española en el lugar y momento adecuados (al menos históricamente, quizá no en cuanto a integridad física), la Alemania más activa en el año más legendario del siglo XX, el siempre presente 1968. En el cóctel, no podían faltar gran parte de los personajes reales de ese momento histórico, las revueltas estudiantiles, el discurso visceral y marxista, y una realidad a punto de estallar por sus costuras más juveniles y disconformes. Arruti es el eslabón que une con eficacia a Rudi Dutschke con las comunas, el diario Bild y la exigencia de un mundo diferente, evidenciando a la contra una España franquista anquilosada, doblegada y lejos de cualquier avance social (como casi siempre ha ocurrido, por otra parte; prácticamente hemos perdido todos los trenes de la Historia). 






Llamazares despliega aquí con un talento único ese estilo suyo tan característico, fluido y reflexivo, neutro y afectivo, con un tema perfecto -el 68 y sus inmensas secuelas-, ideal para revisitar en esta eterna crisis económica y social que vivimos ya con cierta naturalidad. Un autor capaz de dar un salto cualitativo manteniendo viva su pasión narrativa y convirtiendo su prosa en una de las más destacadas de su generación (y no creo ser el único en darme cuenta). Un creador instintivo que disfruta regresando continuamente al pasado para comprender el presente, curiosamente repetido una y otra vez, aunque con diferentes resultados. Esa maldición de la que Llamazares desea huir y que probablemente le lleva a (re)leer y (re)escuchar nuestro pasado con una mezcla de curiosidad, placer y culpa. Más lo que lleva implícito, claro, el atractivo de esa revolución (siempre) pendiente. En un mundo utópico, los escolares ya estarían leyendo a escondidas esta teoría del vaso de agua de Javier Menendez Llamazares. Tal vez algún día lo hagan.












[The Doors, ascenso y caída ]  













jueves, 20 de junio de 2013

(Nacho) Vegas, equilibrio desastre






"Pero qué mal (Nacho, has vuelto a hacerlo mal), muy mal 
(lo hiciste mal). 
... 
Dry Martini, sexo anal..."


Dry Martini, S.A (2008) 











"Y aunque agora otra vuelta 
se fae de día, se fae de día, 
na mio mente pervive 
la melodía 
de la canción de la duermevela, 
de la canción que na mio alma suena..."


La canción de la duermevela (2003)














[ Nacho Vegas, duermevela, bable y autodestrucción ]
















lunes, 27 de mayo de 2013

Gatsby orgiástico


Baz Luhrman ha dado en el clavo. Luhrman es, por si no lo saben, el director de la reciente revisión cinematográfica de la novela de F. Scott Fitzgerald, El gran Gatsby. Da en el clavo, digo, porque ha ofrecido una visión excesiva, orgiástica y luminosa de Gatsby y su mundo sin oxígeno. Y eso, en el fondo, es lo que escondía Fitzgerald en su mesita de noche, un bebedor compulsivo que se movía de fiesta en fiesta en esos locos años 20 que parecían no tener fin. La película, por supuesto, tiene momentos desiguales, pero es cuando se llena de lujo, de baile o emociones epidérmicas cuando acierta de pleno y uno no sabe a qué prestar atención. Incluso un actor como DiCaprio porque el que nunca he sentido demasiada debilidad, aquí parece la encarnación más absoluta y perfecta de ese enigma gigante en la penumbra que es Gatsby. Es más, la versión de los 70, con Mia Farrow y Robert Reford como lujoso elenco actoral, se convierte ahora por comparación en una película de sobremesa que sólo entretendría a abuelas ociosas o nostálgicos de todo lo que huela a pasado y cineclub. 








Además, la versión de Luhrman es acertada en su expresión de culto a una época, al dinero, la ambición, la sangre o el amor (de ese modo tan extrañamente diletante, materialista, cercano y obsesivo como lo mostraba Fitzgerald). Y todo bajo la mirada de ese escritor joven que parece huir de todo ello, y que quizá por eso se le llama a todas horas como testigo casi mudo, para formar parte del banquete y dejar esa posición tan snob e incómodamente superior para el resto (quizá la otra cara del novelista Fitzgerald). Y así uno no puede dejar de comparar esos dorados y cálidos años 20, bañados en champán, música y sexo, con la década pre-crisis, donde los excesos parecían el agradable pan de cada día. De ahí que esta versión cinematográfica tenga algo de retrato social de lo que fuimos y ya no somos, de ese alcohol que se ha terminado, el fin de la música y las luces apagadas. Ya no hay confeti, tan sólo recuerdos y promesas de que todo duraría siempre (y este inmenso sabor a resaca que no se va de la boca). El gran Gatsby es, desde ya, nuestra fotografía más reciente (supongo que es justo eso lo que se le pide a un clásico), y aunque es difícil saber si la cinta pervivirá, al menos rememorar nuestra propia ingenuidad ha merecido la pena. Además de re-pensar ese gran drama que es Gatsby.





















[ Gatsby, sintomatología de una época ]






miércoles, 1 de mayo de 2013

Regalos envenenados (Bowie vs Iggy Pop)



"Lo que tomas por un regalo, 
es un problema que debes solucionar."


                                 Ludwig Wittgenstein
















"La atracción que Bowie sentía por Iggy se debía a que Bowie quería experimentar la realidad rock que Iggy vivía, y que él nunca podría vivir porque era un niñato estudiante de arte del South London mientras que Iggy era un saco de mierda de Detroit. Bowie sabía que nunca alcanzaría esa realidad en la que Iggy había nacido, así que decidió comprarla."


Leee Black Childers (extraído de Poder Freak, de Jaime Gonzalo)
















[Iggy & Bowie, choque de civilizaciones]









lunes, 8 de abril de 2013

Luz fría, Capítulo 1



1




Las seis y algo. Estoy en casa, a punto de ducharme. Me voy moviendo por el pasillo con cierta lentitud de herido. Con esa larga sensación de que los días duelen. Tanto o tantísimo que muchas veces no puedo mirar a otro lado. Fuera hace un calor enfermizo y pegajoso. El sol viene a caer a plomo sobre el asfalto como la muerte sobre esos niños pobres de la tele. De fondo la pantalla emite reportajes preocupantes sobre economía y política en los que nadie se fija demasiado, por costumbre o por desidia. Todas las noticias parecen siempre la misma noticia.

Se oye el rumor lejano de la gente gritando en la calle. Cojo ropa interior limpia y me dirijo al baño. Doy el último trago a una Coca-Cola que comienza a no estar fría. Las pocas burbujas resbalan por mi garganta logrando agradables cosquillas que disfruto como un chaval en una de esas piscinas de bolas multicolor. Abro lentamente el grifo. Dejo correr el agua un poco y me quedo mirando el resultado. El sonido repetitivo me lleva a pensar en algún lugar lejano. Las ideas son perezosas y no permanecen mucho tiempo. El pelo está mojado por el calor húmedo. El sudor, en cambio, se mueve despacio por mi frente.

Al entrar en la bañera y dirigir el chorro de la ducha hacia mi pecho, noto el agua excesivamente fría, como meter el cuerpo en un río helado. Parece que tenía bastante calor, pero no el suficiente. Cojo jabón líquido y lo esparzo sin demasiadas ganas por mi cuerpo pálido con un par de cicatrices. Pongo el mango de la ducha en alto y dirijo toda la presión del chorro sobre mi cabeza. Resbala templada por mi pelo y continúa igual hasta llegar a mis pies. La temperatura en ese instante es confortable y huidiza. Me agrada.




Me quedo mirando sin demasiada atención las juntas de los azulejos. Están ennegrecidas por la frecuencia de la cal del agua. Rasco un poco una de las esquinas con cierta desgana y me fijo en las pequeñas partículas que quedan pegadas. El agua cae también con fuerza contra el suelo de la bañera. El impacto y el ruido no me permiten oírme más que a mí mismo. La cortina de la ducha, de varios colores vivos, evita que pase toda la luz o lo haga ligeramente al interior. Es una especie de lugar en calma, alejado del ruido. La cortina no es solo para evitar mojar el suelo, es también para aislarse del mundo. La paz del agua y cierta dosis de soledad.

A mano tengo una toalla verde áspera que utilizo para secarme. Me froto fuertemente los brazos y las piernas. Hago lo mismo con todo el tronco. También lo intento con la espalda, pero me resulta más difícil. El jabón blanco envuelve todavía partes de mi piel. Logro enrojecer la totalidad de mis extremidades. Utilizo la toalla a modo de falda escocesa. Tiene pequeñas bolas y probablemente lleva más de trescientas o cuatrocientas duchas conmigo. Miro hacia el espejo empañado, intentando reflejarme. Puro instinto. Y es justo entonces cuando mi pie derecho se mueve y resbala con un poco del agua que ha caído sobre el suelo gris. El mismo pie lo mueve todo y me arrastra hacia delante. La espalda se golpea secamente contra el borde de la bañera. Antes del impacto puedo notar el sabor terrible del dolor en lo más profundo de la boca. Grito nada más sentir el golpe contra el mármol o lo que sea eso de lo que están hechos los baños modernos. La postura es forzada y caigo de lado al suelo. El golpe es seco. Parte en la toalla para los pies mojados, parte en las baldosas grises y con olor a lejía. Me quedo quieto. El dolor es agudo y breve, especialmente al final de la espalda y en la parte superior de las piernas. La toalla se suelta y me deja a solas con mi desnudez, inmóvil y confuso. 









[ Coasting, asepsia y fuegos artificiales ]











jueves, 28 de marzo de 2013

Lucky Malice, (benditas) chicas malas




"Quiero experimentarlo todo"

Debbie Harry 





El Colectivo Dead End León y la sala Retrovisor ofrecieron el pasado (y muy reciente) martes 26 un concierto brillante, sensitivo y con mirada puesta en el futuro. Con Half Track como insignes teloneros locales, las chicas noruegas de Lucky Malice nos obsequiaron con un magnífico y arrollador directo, un regalo a medio abrir hecho de hardcore sensitivo y evasión eléctrica. Sonaron contundentes, divertidas y con ecos de todas esas chicas que han volcado nuestra sensibilidad definitivamente de su lado (desde L7 a The Donnas, pasando por Bikini Kill, The Runaways y demás féminas decididas a cambiar la realidad y el rumbo de la propia música). Con versiones más que acertadas de Buzzcocks o Ramones, y con un cancionero propio excelente, llegaron directas y sin intermediarios a los órganos más blandos y al pabellón auditivo más (hiper)estimulado por el ruido. Fue un verdadero placer escucharlas, conocerlas y sentir de cerca ese espíritu riot grrrl tan necesario como olvidado en esta deriva actual (cuando el movimiento riot grrrl debería ser algo nostálgico y no una demanda eternamente sin cumplir). Chicas consiguiendo (al menos un poco) eso que dicen tan imposible, cambiar el mundo comenzando por nosotros mismos.   







Agradece uno iniciativas así, y más si provienen del subsuelo más legítimo y de individios comprometidos con un crecimiento cultural de la propia ciudad de León. Subsuelo en todos los sentidos (por las propias catacumbas del Retrovisor) y por ser una propuesta alejada de convencionalismos y mentiras agradables. Adoro extraña y enfermizamente esta ciudad, pero echaba ya de menos un directo más visceral y rabioso y no tanto algo anclado en un folk acomodaticio y conservador de formas y discursos. Lucky Malice, esas chicas del norte, trajeron consigo cierta furia llena de belleza, hedonismo sin coartadas y actitud arty ante una vida que no acaba de ofrecer demasiadas esperanzas. Música que se extendía físicamente por ese pequeño mercadillo con vinilos, casettes y VHS, como volver sutil y delicadamente a una década, los 90, en que las cosas (todavía) se podían tocar con los dedos: la música, las personas y el propio futuro. Tal vez nos equivocamos de lleno en algún momento. Por suerte, estas chicas de fría simpatía nórdica trajeron las preguntas adecuadas.











[ Lucky Malice, formas femeninas y cambios pendientes ]








domingo, 17 de marzo de 2013

Luz (muy) fría





Extraído del prólogo de Luz fría (Ed. Origami, 2013)









"La aventura del protagonista comienza con un desliz cotidiano, uno de esos accidentes tontos (como si los accidentes estuvieran dotados de inteligencia) que gira la llave de su mundo interior y le enfrenta a su propio yo. Nada más tentador para un psicoanalista que la interpretación de este acto fallido, este accidente doméstico producto de la negligencia, del descuido o, como en este caso, del deseo de mirarse en el espejo. (...) En muchas culturas existe la creencia de que el alma humana se esconde tras la imagen reflejada. (...) El riesgo de ser atrapado por la propia imagen especular es muy grande, pues detrás de ella está la locura, o la muerte. Dorian Gray, Alicia o la madrastra de Blancanieves dan buena cuenta de ello."




ANA FERNÁNDEZ-MANCHÓN
Doctora en Psicología
























[ Tennis, luz vítrea y sol templado ]










domingo, 3 de marzo de 2013

Olvidados, rebeldes


La isla de los olvidados (2010) ha tenido una reacción desigual. La crítica especializada se ha empeñado más en ver sus errores (escasos o inexistentes) que en destacar sus aciertos (muchos y de muy distinto tipo). Justo esa misma crítica que se empeña en señalar obras maestras fin de semana sí, fin de semana también (curiosamente de amigos cercanos o producciones nacionales), y que luego, claro, uno se acerca a verlas y resultan insufribles (de mala digestión e inabarcable aburrimiento). Descreo ya de cierta crítica snob y decadente, interesada y ombligista. Pero ya digo, La isla de los olvidados es otra cosa. Ambientada en la Noruega de principios del siglo XX, un joven asesino llega a un centro de "educación" completamente aislado en la isla de Bastoy (en el fiordo de Oslo) para enmendar sus errores y convertirse en un futuro "buen cristiano". Pero su llegada acelerará el proceso de descomposición de un centro plagado de abusos e injusticias. Con un excelente Stellan Skarsgård como director de la prisión juvenil y unos adolescentes a la altura en intensidad y enfado (aunque también hay que decirlo, algo arquetípicos), la cinta despliega un encanto que no para de crecer y en el que uno  identifica sensaciones y crisis sociales en ciernes muy similares a las actuales (salvando las distancias, claro).








Similitudes, decía, porque la presión y el abuso siempre acaban por explotar. Puede tardar más o menos, pero cuando lo hacen acaban convirtiéndose en una ola de destrucción o enfado proporcional a la presión anterior. Eso que algunos llaman equilibrio poético. La cinta muestra la enorme corruptela moral de los guardias y responsables, exactamente esos mismos que se atreven a dar lecciones, consejos o simples directrices educativas bajo la excusa de la disciplina. Amenazas, chantajes, abusos... y un sinfín de actitudes inhumanas que quieren hacer pasar por nobles, justas y orientadas al bien común (¿les suena?). Les aseguro que les encantará la película, se encenderán por dentro, morderán sus labios y pedirán sangre, mucha sangre. Justo eso mismo que solicitamos al género y que quizá sirve de catarsis ante un enfado social creciente. Disfruten a su modo de La isla de los olvidados, está basada en dolorosos hechos reales.










[La isla de los olvidados, sufrimiento y reacción]