jueves, 25 de junio de 2009

Sesión total en PLÁSTICO: JUGO DJ/ JULIO ELÉCTRICO (sábado 27)






Si cierras los ojos, te lo pierdes...









De nuevo, una sesión electrizante, para destrozar caderas y prejuicios sonoros...










Un adelanto (de lo que sonará)...





lunes, 22 de junio de 2009

Por fin comienza el debate generacional...



Parece que comienza a inquietar qué ocurre con las nuevas generaciones...




Enlace artículo de El País (22/6/09)

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Generacion/ni-ni/estudia/trabaja/elpepusoc/20090622elpepisoc_1/Tes


...existe cierto temor a revueltas (Grecia parece un ejemplo peligroso), reacciones del que no reacciona, de los que dejaron de querer cambiar el mundo (el pasado era una losa, el futuro una trampa -lección de los punks-), solo queda un presente-espejismo ("capitalismo de ficción" lo lamaba Verdú, frívolo y que huye de sí mismo todo lo posible. La trampa de ser joven vuelta acuestionar. Quizá estamos hablando de las cosas importantes: del miedo, los engaños colectivos y personales...tendremos que hacernos las preguntas (dar respuestas es más complicado)...


miércoles, 17 de junio de 2009

Sintiendo música (no sólo escuchando)

La leyenda del DJ Frankie Wilde, reconozco, es una película singular, atrevida, provocadora, etiquetas que se han colocado fácilmente a su lado, pero lo que no es,segurísimo, es una comedia. Que alguna vez te rías, no quiere decir que sea un cachondeo (fíjese uno en la propia vida). Perder algo (y no quiero adelantar más) es doloroso, golpearse contra las paredes un abismo en vida, la droga y sus alucinaciones un puñal clavado muy dentro...por tanto fuera la eiqueta de comedia. Hablamos pues de una pérdida.Lo otro departamentos de ventas que no saben lo que venden.



Recomiendo la película. Sobre todo porque retrata la época de desenfreno de Ibiza (cuando era el centro del mundo, y poco antes de que fuera destino turístico masivo del joven medio con posibles y el m2 altísimo -post-hippy y pre-business-). Aparecen sus fiestas excesivas, el trato a los dj´s como dioses en la tierra (justo justo en la punta de la pirámide de los entes relacionados con la música). Pero la película no sólo narra el ascenso-caída-ascenso (sí, ese final es un ascenso mayor si cabe)de un dj masivo y reconocidísimo, también habla de todo aquel que rodea al éxito, de los negocios sin escrúpulos, las drogas... todo eso se pierde y hay que renacer; y es ahí donde el film crece, nos habla de re-inicios, de luchas contra uno mismo...Me queda el recuerdo agradable de Frankie, al final, echando agua en la cara a esos niños. La música para todos, como la única y verdadera democracia.


miércoles, 10 de junio de 2009

Identificaciones (y otros males agradables)


Lo de identificarme de un modo maravilloso y obsesivo lo heredé de un libro, también, maravilloso y obsesivo, El tiempo de los asesinos (del genial Henry Miller). Hasta que al final, en veranos de mosquito y frío a la noche, me acababa identificando con el Dr. Fleischman de Doctor en Alaska. Lo cierto es que demasiado no nos parecemos -el personaje y yo-, es judío, friolero y consecuente, pero también adora New York (sin visitarlo también lo adoro), la natureleza le parece aburrida e idealiza a las mujeres en casi todos sus actos. Un día -en un capítulo brevísimo y bello- soñó hacer lo que yo siempre he soñado hacer, cantar el "Simple Irresistible" de Robert Palmer con un coro-grupo de mujeres gélidas y perfectas, haciendo esos movimientos de piernas todas al unísono. Y entonces me dí cuenta de que sí, de que todos somos el mismo, en Alaska o en esta ciudad fría y encantadora que es León.


jueves, 4 de junio de 2009

Lectura y prodigio

Llevo unos días leyendo al bueno de Auster. Reconozco que no las tenía todas conmigo. Siempre me dió la impresión de que el neoyorkino era ingenioso pero eminentemente comercial. El Palacio de la Luna (Anagrama)ha venido a ampliarme y corregirme esa visión. Hoy, por suerte, me parece una gran revisión de Hansum (y eso es mucho decir). Da la sensaciñón que uno se adentra por sus páginas como a una atracción de feria. Parece que no será nada del otro mundo y acaba(mos) por tener el mejor día de nuestra vida. La Literatura (con mayúsculas) tiene esas cosas. También, por desgracia, uno se da cuenta de cuánto (cuántísimo) tenemos que mejorar, de cuántas horas quedan, del esfuerzo ilimitado (y a veces irracional) del acto de escribir. Aunque, bien pensado, en un mundo plano, tópico y medianamente aburrido, parece la mejor opción.


Adentrarse en páginas escritas (si son como las de esta gran obra de Auster, mejor) resulta un buen antídoto para el tedio, los días largos y el mundo breve. El Palacio de la Luna me está resultando una digestión agradable, esperable (voy a sus páginas como un niño) y, sobre todo, un viaje a alguna parcela escondida de mí mismo (lo que, en esencia, todo libro debería perseguir). Recomiendo su lectura, claro, e insisto en la gran labor editorial de Herralde y cía. con su Anagrama, una editorial de futuro y para el futuro (de hecho, el futuro es totalmente suyo, los lectores se lo hemos entregado sin ya más condiciones). Continuaremos leyendo (parece la mejor opción, ya digo). Eso sí, en breve saldrá a la calle un nuevo Azul Eléctrico, pero también, y conjuntamente, un nuevo proyecto que detallaré progresivamente aquí. Los días son proyectos. Los proyectos, la vida. Sin ellos, el mundo carecería de forma.

miércoles, 3 de junio de 2009

De Valencia al infinito (2ª parte)

El anterior referente de verdadera personalidad en este país había sido la Movida (madrileña casi siempre, aunque Vigo y otros pocos sitios más –sí, Valencia también- tenían vida propia). Por tanto la pretensión inconsciente de la escena electrónica era la misma. De hecho, junto a los flyers, carteles y demás, nacen radios y programas dedicados exclusivamente a estos sonidos. Progresivamente fueron desapareciendo y, hoy, es casi imposible encontrar programas con aquellas características. Hubo múltiples Diarios Pop (el mítico programa de Ordovás sobre la Movida en Radio 3). Recuerdo mucho uno con miles de seguidores por todo el país, que mezclaba una versión soft (para los iniciados) y otra hardcore al mismo tiempo. Quería agradar a todos. Casi lo consigue. Era Los más bailados. Hoy todo es sólo un buen recuerdo. Y su presentador (Tony Peret) acabó poniendo voz a anuncios de recopilatorios y triunfitos. La perversión es más que evidente. Muy difícilmente llegará a los libros. Ya lo he mencionado, resultó una escena de la que se avergonzaban la mayor parte de sus integrantes.
Recuerdo perfectamente noches pegado a aquellos programas de radio con bombos imparables, con el deseo de bailar en el cuerpo, por lo que aquel oyente en la distancia que nunca fue a Valencia ni nada parecido acabó idealizando todo y escribiendo unas líneas a su mayor gloria (lo mismo ocurrió con Jerusalén y los cruzados, sus grandes defensores nunca salieron de su pueblo). Todo momento tiene sus descreídos. Pero frente a la Movida, donde el grueso se pegaba por decir que estuvo allí, hoy apenas nadie alza la voz para reivindicar su lugar en todo lo que suene a electrónica en los 90. Aquellos autobuses llenos, los compradores de todos esos discos…escondieron el montante en una vieja habitación y tiraron la llave. Más de una década después, parece que nos reímos con suficiencia cuando vemos pasar un coche con música electrónica a gran volumen. Como una fase superada. Al final, como ha ocurrido durante los últimos 50 años, la guitarra eléctrica volvió a vencer a cualquier manifestación musical posible. Y el joven medio, de querer ser discjockey, volvió a pasar a querer ser guitarrista de un grupo rock. Volver a los orígenes (parecía un camino fallido). Y parece que, pensando, como siempre debió ser. Alemania parece el último reducto de todo aquello y nuestra versión valenciana quedó para el recuerdo como un simulacro cañí que da vergüenza ajena. Alemania, eso sí, lo digirió y hoy parece el país más vanguardista de la vieja Europa. De todos modos, siempre es necesario desconfiar de los tópicos y los clichés masivos. Ni la Movida era exactamente De Madrid al cielo, ni la electrónica un viaje al infinito o al futuro del que estábamos desligados. Tal vez, y siendo justo, fue otro intento juvenil de pervertirlo todo, huir de la monotonía en que se convierten las semanas y los días. Bailar, al menos, liberaba. Quejarse al de al lado no logra nada de nada.

martes, 2 de junio de 2009

De Valencia al infinito (1ª parte)

El techno nacional (lo que popularmente se conoció como “bacalao”) siempre ha tenido mala imagen. De hecho, la escena valenciana (sí, una escena, con todas las connotaciones del término) y su extensión por la península murió, primero, de éxito y luego, también, por su propia imagen poco o nulamente cool frente a otras escenas de los 90 como la indie –con Alfaro y sus Surfin´Bichos-, que resistió mejor en términos de imagen y madurez. Porque, eso sí, la escena valenciana era inmadura, hedonista y plagada –teóricamente- de drogas hasta el exceso (otro de sus males y clichés). El seguidor de esta música mezcla de techno duro alemán y sonido ibicenco (especialmente en su lado más soft, con canciones electrónicas con estribillos y voces pop) sobrevivió a amigos enganchados (en general los adictos a anfetaminas y derivados –speed, etc.- no suelen serlo tanto en comparación a otros –heroína, cocaína fumada…-), idas de olla (hubo muchos, muchísimos enfermos mentales que pagaron los excesos de la noche -yo mismo he visto llorar infinidad de veces a algunos de esos bailarines-) y la sensación de perder algo. De hecho, la noche ya nunca fue igual.
Valencia era la meca y el punto central de todo. Las personas bailaban hasta la extenuación, no dormían en todo en un fin de semana y el lunes iban a trabajar o estudiar forzosamente. Se rozó el tener a toda una generación esquizofrénica e hiperactiva (además de sorda). Pero, también, y esto suele olvidarse, es una de las ocasiones más próximas que hemos tenido de poseer una escena propia underground y medianamente masiva (cualquiera que haya estado en una fiesta techno de los 90, la recordará como malsana y totalmente novedosa en este país –parecía ciencia ficción-). Los punks en el Reino Unido con algo similar hicieron su seña de identidad y lo han venido vendiendo desde entonces. Lo que ocurre es que no me imagino a nadie yendo a ACTV a hacerse una foto con un desfasado (pero, fijaos, yo también caigo en tópicos –es un momento tópico, de hecho, no es casualidad que en la memoria colectiva quedase Chimo Bayo y no otros creadores de más enjundia-). De hecho, ha sido una de las pocas escenas que ha provocado sonrojos a sus participantes (daba la sensación que no tenía validez por sí misma) y que era, más bien, un pasatiempo lerdo y casi analfabeto. Bailar, que yo sepa, junto al amor o el sexo, es lo más revolucionario que se puede hacer durante la noche (que se lo pegunten sino a la población negra norteamericana y a sus continuas revueltas). A mi juicio, se fomentó una imagen palurda de todo ello, además de infectada radicalmente por las drogas, cuando en realidad -y creo no exagerar- la mayoría no consumía drogas. Además, ha sido lo más cercano a una reacción juvenil ante un mundo plano y alienante en esto que llamamos España. Parece que todos decían: el fin de semana es para descansar (para tomar un poco de aire y continuar), pues no, bailemos como si fuese a terminarse el mundo. Si uno lo piensa bien, interesaba desacreditarlo. Una generación moviéndose (y sí, disfrutando también –aunque luego se le culpara por ello-).