miércoles, 29 de septiembre de 2010

Y todo sigue igual

Hoy el tema es la huelga general. Colocar aquí un poema, un relato breve o una de mis extrañas recomendaciones sería frívolo. Muy frívolo. Hoy hay personas que han ejercido su derecho huelga. Y eso es algo que no sucede todos los días en un país. No han sido muchos, la verdad. Las calles se presentan hoy irregulares, hay una cafetería cerrada junto a una tienda de perfumes abierta. Ésa debería ser la foto de esta jornada (aunque creo que no es mala la que he añadido aquí). Irregularidad en una protesta en la que no todo el mundo creía. Por las formas, el momento, quiénes la convocaban... lo que sea. Nos sentimos utilizados y esa es la mayor de las certezas. Por los intereses de unos, por los beneficios económicos de otros. Pero saben algo, tengo la sensación de que ha ocurrido lo justo para que todo siga exactamente igual. Los sindicatos han demostrado que tienen poder de influencia (escaso, pero suficiente para continuar en el mismo lugar que estaban).


Mañana nos seguirán presionando -siempre un poco más - a los que estamos en medio de sus intereses (partidos políticos, sindicatos, estructura económica...). Y mientras la viela seguirá girando imparable (creo que ver hoy Tiempos modernos de Chaplin debería asustarnos más que hacernos reír). El mejor barómetro, creo, hasta ahora (las 15 horas, mañana se verá todo mejor), es el gasto de energía en el país, un 17% menos frente a un 22% en la huelga de 2002. Un poco menos, lo suficiente para que nos sigan presionando con idéntica inercia, siempre insaciable. Y lo peor, a mi juicio, que han conseguido que todos nosotros contiuemos enfretados en diatribas que no llevan a ninguna parte. Seguiremos cagandonos en todo y en todos en el bar, con los parroquianos de siempre (ahora alguno más en paro, esperando no ser uno el siguiente), y dejando que los días inmóviles nos pisen, nos roben el aire. No sé qué será mejor, la verdad, pero quedarse en pause sólo fomenta que todo siga igual e incluso un poco peor.

Saben una última cosa, no quiero creer en el cinismo (me horroriza), el salvar solo mi propio culo, en la mentira, la hipocresía rampante...eso lo dejo para otros. Si roban eso, aunque parezca poco, entonces sólo nos quedará ser esos horribles zombis de Romero. Todavía no he encontrado la fórmula, no soy tan hábil, aunque si lo hago les avisaré, pero confío en algunos hombres (pocos, la verdad) que, seguro, tendrán la decencia de hacer las cosas como deben hacerse. Búsquenlos, existen. Eso nos dice el arte.






[Devoto, ex vocalista de Buzcocks, fundó Magazine, una interesante formación que no deberían olvidar, apunten ese nomkbre en un papel o busquen por internet. Retengan esa melodía en su cabeza, olviden ese murmullo propagandístico de todos las partes que resonará hoy en cada una de las esquinas...]


jueves, 23 de septiembre de 2010

True Blood, sexo con vampiros

Es época de series. Nadie debería atreverse a poner en duda esta afirmación. La última década ha sido profusa en series de televisión de lo más interesantes. Perdidos tiene, ya hoy, la categoría de mito y otras muchas vienen a revalidar el título de década más intensa y creativa en lo que a series inteligentes se refiere. True Blood (traducida como "Sangre Fresca" aquí en España) es una de ellas. Una serie adictiva (como debe ser), ágil, ingeniosa y estéticamente impecable. En papel, los vampiros han salido del armario, oficialmente quieren integrarse en la sociedad, ser ciudadanos con derechos y deberes. ¿Cuál es el problema? Que no todos piensan igual. Como todo buena historia, lo local habla de lo universal, y así un pequeño pueblo sureño norteamericano retratará esa evolución y difícil convivencia.


No es casualidad, claro está, que sea un puebecito sureño, que haya negros, homosexuales, seres diferentes (la protagonista puede escuchar los pensamientos de otros), porque de eso habla True Blood, de ese miedo hacia lo desconocido, el interrogante, lo que no conocemos porque preferimos quedarnos en casa viendo el televisor y las horas pasar (uno de los vampiros, por ejemplo, es de lo más sedentario, se pasa el día ojeando series, habla en una ocasión de Héroes -¿autocrítica?-). Es más sencillo no comprender que comprender.


Ese terreno movedizo también se lleva al sexo. Hay quien fornica como un descosido o quien teme patológicamente el sexo (desnudarse ante otro es abrir el interior un poco más). Porque en True Blood hay sexo, mucho sexo, como quizás nunca se ha visto en una serie de televisión. Sangre, desnudos y una trama que evoluciona con facilidad conviven en una de las series más interesantes que hoy pueden verse en la pequeña pantalla. Se enamorarán, seguro, de los labios de Sookie, de la torpeza ingenua de su hermano, de los vampiros sexualizados (siempre lo estuvieron, ahora ya no se esconde), de un pueblecito que parece el gemelo cachondo de Cicely (¿recuerdan Doctor en Alaska?), mientras en uno asistimos a sus derivas existenciales, en True Blood vemos libidonoso al personal (es otra forma de existencialismo, ¿no?), además de, como siempre, intentar comprenderse (lo cortés no quita lo valiente). Aunque eso, creo, lo pretendemos todos, vampiros o no.







[Intro de esta magnífica serie. Prepránse para una adicción más sabrosa que la propia sangre...]


miércoles, 8 de septiembre de 2010

Un regalo para dos

Aunque Nieto, o David (¿alguien, que no sea su madre, le llama David?),haga de Carl y Lenny (la pareja blanca y negra de Los Simpsons) con el bueno de Belerda, Mr. Nieto vive enamorado. Tanto que se casa, evitando el "arrejuntamiento" -que decía mi profesor de religión - en tiempos difusos y que desorientan hasta al más "pintao". Pese a su tensión (faltan pocos días para la boda, un 11-S, ¡vaya fecha!, pregúntale a un psicoanalista, Nieto), ha decidido hacerse un hombre, de esos de los que se sienten orgullosos los padres, las madres y hasta el vecino del cuarto, dejándonos a los demás como crápulas, vividores o punkis malpintados (esto último, por ciertas fotos, más difícil de negar en su caso). Me alegro por él, un hombre -insisto, estas cosas son de hombres- de sonrisa afable, mirada buena y palabras agradables. Nieto es de los que piensan con cierto orden y tienen el corazón desorbitadamente gigantesco,por eso me alegro por él, con él, de atreverse a dejar cierta post-adolescencia a un lado, eso no significa que perdamos su yo auténtico, de verdad (hay mucha mitología con esto), trasparente como el gin y bueno como un monaguillo rubio. Ánimo pues, Nieto. La vida sólo sonríe a los valientes.


Pilar o Pili es de esas chicas inteligentes y con sentido común (no hay tantas como nos venden los periódicos o los programas del corazón), de esas que siempre sonríen (una bendición), que nos hacen el mundo más fácil, digerible o un poco menos malo. Pili, como mujer sensata y lúdica que es, se va a pegar más a Nieto. Hace bien, porque los hombres siempre necesitamos a alguien que nos oriente, que nos diga que hacemos las cosas mal, la mayoría, y algunas otras, pocas, bien. Siempre he creído que son una buena pareja, sin aristas, un puzzle de dos mil piezas o más que encaja, pareciendo siempre dos o uno solo, salidos de una de esas pelis indies americanas en que la vida parece un tanto más real (las parejas de Hollywood son todas de plexiglás, que diría Aviador Dro). Seguro que les irá bien a ambos, juntos, siempre juntos, ella, seguro, un poco más sonriente, él un poco más afable. Frente a tanta crisis perpetua, a tanto mal rollo del personal, hay cosas que salen bien, y que Pili y Nieto estén juntos, adheridos un poco más, como cromo y álbum, es una de esas cosas buenas. El mundo es una gran mentira,y tal vez, sólo tal vez, gente como Pili y Nieto sean de verdad, traspiren verdad en lo que dicen y hacen, sobre todo en lo que hacen. Enhorabuena pues a ambos. Nos debemos los tres un abrazo de niños delgados.









[Y recordar los dos, ay, que a veces hay mucha belleza ahí fuera...]