lunes, 27 de mayo de 2013

Gatsby orgiástico


Baz Luhrman ha dado en el clavo. Luhrman es, por si no lo saben, el director de la reciente revisión cinematográfica de la novela de F. Scott Fitzgerald, El gran Gatsby. Da en el clavo, digo, porque ha ofrecido una visión excesiva, orgiástica y luminosa de Gatsby y su mundo sin oxígeno. Y eso, en el fondo, es lo que escondía Fitzgerald en su mesita de noche, un bebedor compulsivo que se movía de fiesta en fiesta en esos locos años 20 que parecían no tener fin. La película, por supuesto, tiene momentos desiguales, pero es cuando se llena de lujo, de baile o emociones epidérmicas cuando acierta de pleno y uno no sabe a qué prestar atención. Incluso un actor como DiCaprio porque el que nunca he sentido demasiada debilidad, aquí parece la encarnación más absoluta y perfecta de ese enigma gigante en la penumbra que es Gatsby. Es más, la versión de los 70, con Mia Farrow y Robert Reford como lujoso elenco actoral, se convierte ahora por comparación en una película de sobremesa que sólo entretendría a abuelas ociosas o nostálgicos de todo lo que huela a pasado y cineclub. 








Además, la versión de Luhrman es acertada en su expresión de culto a una época, al dinero, la ambición, la sangre o el amor (de ese modo tan extrañamente diletante, materialista, cercano y obsesivo como lo mostraba Fitzgerald). Y todo bajo la mirada de ese escritor joven que parece huir de todo ello, y que quizá por eso se le llama a todas horas como testigo casi mudo, para formar parte del banquete y dejar esa posición tan snob e incómodamente superior para el resto (quizá la otra cara del novelista Fitzgerald). Y así uno no puede dejar de comparar esos dorados y cálidos años 20, bañados en champán, música y sexo, con la década pre-crisis, donde los excesos parecían el agradable pan de cada día. De ahí que esta versión cinematográfica tenga algo de retrato social de lo que fuimos y ya no somos, de ese alcohol que se ha terminado, el fin de la música y las luces apagadas. Ya no hay confeti, tan sólo recuerdos y promesas de que todo duraría siempre (y este inmenso sabor a resaca que no se va de la boca). El gran Gatsby es, desde ya, nuestra fotografía más reciente (supongo que es justo eso lo que se le pide a un clásico), y aunque es difícil saber si la cinta pervivirá, al menos rememorar nuestra propia ingenuidad ha merecido la pena. Además de re-pensar ese gran drama que es Gatsby.





















[ Gatsby, sintomatología de una época ]






miércoles, 1 de mayo de 2013

Regalos envenenados (Bowie vs Iggy Pop)



"Lo que tomas por un regalo, 
es un problema que debes solucionar."


                                 Ludwig Wittgenstein
















"La atracción que Bowie sentía por Iggy se debía a que Bowie quería experimentar la realidad rock que Iggy vivía, y que él nunca podría vivir porque era un niñato estudiante de arte del South London mientras que Iggy era un saco de mierda de Detroit. Bowie sabía que nunca alcanzaría esa realidad en la que Iggy había nacido, así que decidió comprarla."


Leee Black Childers (extraído de Poder Freak, de Jaime Gonzalo)
















[Iggy & Bowie, choque de civilizaciones]