jueves, 30 de junio de 2011

Abocados a estar solos

La última gran película para estetas de la temporada. Ese podría ser el resumen definitivo de A single man, el debut tras la cámara del diseñador de culto Tom Ford. ¿Por qué para estetas? Porque esencialmente es una película de detalles visuales, de miradas perdidas o provocaciones hasta el infinito, de relojes perfectos, de labios más rojos y bellos que el propio infierno. Y eso, lo queramos o no, es más una recreación pictórica detallista que una película tradicional al uso (narrativamente hablando), aunque quizás estemos ante eso tan peligroso y delicado de que la forma es el propio fondo. Mucho y poco a la vez. Tal vez un reflejo de los tiempos (caóticamente neutros).


De todos modos y para sorpresa del personal, Ford se ha marcado una historia bastante resultona y resolutiva, y didácticamente existencial (debe decirse que está basada en un texto del sobresaliente Isherwood). De acuerdo que hay algunos lugares comunes, vale que a veces las poses lo son o lo quieren ser todo en la historia, pero aun con esas mantiene el interés y oferta cierta ayuda para el mal de la ausencia, la supervivencia de la minoría o la comprensión de algo tan complejo como el amor que no volverá.


Debe reconocerse que la pretensión de Ford ha sido alta, quizás demasiado, pero ha salido relativamente victorioso. Los actores están de lujo, los espacios medidos al milímetro y la recreación de la época (principios de los sesenta)resulta un alarde de preciosismo visual. Puede que estemos ante esa película que los futuros diseñadores (y sus fieles seguidoras) no dejarán de revisar una y otra vez. O tal vez sea de las de ver y reclinarse a altas horas de la madrugada. Con la estética nunca se sabe.






[Trailer de A single man/Un hombre soltero. El futuro a través del presente]



jueves, 23 de junio de 2011

Jugándose el tipo, Genesis P-Orridge

Genesis P-Orridge puede ser uno de los creadores contemporáneos más avanzado y radical de nuestro tiempo, con lo que eso supone de incomprensión y crítica descontrolada. Militó en una de las formaciones de sonido industrial británicas más interesante,Throbbing Gristle, a finales de los 70 con aquel mágico synth-pop ruidista en que las máquinas lo prometían absolutamente todo (el documental Synth-Britannia puede ser una buena introducción a esta etapa tan visionaria). Su insistencia le llevó a crear también el colectivo Psychic TV, donde la experimentación sería el principal leit motiv, añadiendo cierto aire pop enrarecido a la fórmula.


Pero sin duda el mejor y más sorprendente proyecto creativo de Genesis P-Orridge ha sido él mismo. Terrorista artístico y esquizofrénico de pose, Genesis ha apostado en los últimos años por la pandroginia, un concepto con el que intenta ser idéntico a su mujer (falleció hace pocos años), por lo que se opera progresivamente buscando cierta identidad múltiple (ella hacía lo propio hasta su muerte), sin aparentes connotaciones sexuales o de enfermedad mental (solemos utilizar estas premisas para clasificar lo que no comprendemos) en una pretensión de body-art profundo y duradero. Es una de las perspectivas más intensas que he conocido últimamente, dejando a cierto tipo de creador como advenidizo, arribista o escapista más o menos acertado con su extenso tiempo libre. Todavía existe cierto arte-total exigiendo vidas. Ars Longa, Vita Brevis.






[Psychic TV, concepción en desarrollo. Tono agridulce]



lunes, 20 de junio de 2011

Esto sirve de mucho

Me llama la atención que uno de los motivos más habitualmente aducidos para no involucrarse en el 15-M o el muy reciente y exitoso 19-J es: “Si esto no va a servir de nada”. Falso, palpablemente falso. Hoy mismo, 20 de junio, los noticiarios en televisión también se abrían con declaraciones políticas que iban destinadas a calmar la indignación popular, a saber, inminentes leyes de transparencia política, recortes de gastos, asesores a dedo, etc. Eso, que yo sepa, es directamente una victoria del movimiento 15-M y de su fortaleza como altavoz popular. Luego, claro está, se minimizará su impacto, se hablará de una democracia imperfecta pero mejorable, cuentos todos ellos muy manoseados y que no han servido de mucho a otras figuras como Papandreu (primer ministro griego), que tiene al país con quince huelgas generales y a todo el mundo descontento sin poder tomar de postre yogurt griego. No se puede pasar la tijera y dejar a la gente con una sonrisa tonta en la cara, más si la banca mejora sus resultados y las grandes multinacionales despiden con beneficios a la espalda. De hecho, Mr. Papandreu ha anunciado que hará en breve un referéndum para recortar privilegios y calmar a los millares de indignados (que crecen como setas aquí o en la tierra de Aristóteles). Eso, que yo sepa también, es una victoria. Un éxito incontestable (ver La piel del reptil en ileon.com) de ciudadanos que ejercen como tales, no sólo cada cuatro años, sino todos los días como verdaderos actores protagonistas de una democracia vilmente expoliada.


Lo que verdaderamente me está pareciendo más deshonesto es el papel de los medios en todo esto (salvo honrosas y escasas excepciones). Veo verter mentiras una tras otra imperturbablemente y con descaro, sonriendo las gracias de políticos y a la defensiva con todo lo que suene a estar en contra de su habitual envasado al vacío mental. Así, puedo comprobar cómo ofrecen sustancialmente más tiempo televisivo a la victoria de la Selección Española sub-21 que a movimientos populares en más de cincuenta ciudades españolas y con cientos de miles de personas implicadas. Me sorprendo (y me indigno también) al comprobar cómo el noticiario del canal de Castilla y León se abre con una rueda de prensa del nuevo alcalde de León y no con imágenes de protestas. ¿De verdad creen que tergiversando la realidad ganarán mucho más tiempo? Los medios actuales, como principales cómplices de este sistema político y económico, tienen los días contados. Va siendo hora de que dejen de hacer un trabajo tan sucio/degradante (por su salud mental, vaya) y se acuerden más de sus clientes habituales, el pueblo. De niño, me solían decir que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Pues por ahí va la cosa. Para empezar, desterrando esa idea de que protestar no sirve. Hacerlo sirve de mucho.




[Television Personalities dixit]



miércoles, 15 de junio de 2011

Una larga noche para comprender

Una de las historias de supervivencia más honestas y arrebatadoras que he tenido el gusto de ver últimamente. Así de contundente me muestro con esta cinta de Spike Lee. 25th Hour , que aquí se tradujo como La última noche, narra el último día/noche de un traficante de drogas, al que han pillado con un importante alijo,por el que debe ingresar al día siguiente en el presidio. Pero este traficante y ex- jugador teen de baloncesto tiene más matices como personaje que la mayoría de ellos en la Historia del Cine. Hay un humanismo en el personaje de tal dimensión que es prácticamente imposible no entenderle o sentirse reflejado en alguno de sus múltiples aspectos. Uno tiene la sensación de que le han mentido demasiado en un tema, en principio, nada original (luego me cuentan). No existen grandes discursos, gestos excesivos, no, más bien de lo que está plagada esta cinta es de sentimientos viscerales contenidos, de quiénes somos, aquí o en New York. Eso tan grande que decían algunos de lo universal en lo local. Pues eso. Más o menos.


De telón de fondo un reciente 11 de Septiembre. La ciudad la presiden dos luces que recuerdan la ausencia de las Torres Gemelas. Es el inicio de la ultramodernidad. Los amigos de nuestro protagonista (Edward Norton) muestran cómo sobrevivir emocionalmente tras un hecho así. La crudeza y la culpa que siempre parecen tenerla los demás (un Norton en estado de éxtasis hace una lista pormenorizada de los odios a flor de piel), el culto al dinero y la autoafirmación a través de éste o un posible falso refugio en educar a críos/as mientras se reprimen impulsos. Esto y más es La ultima noche. El Spike Lee más certero, sin falsas máscaras, retratando el post-mundo en el que vivimos todos nosotros desde entonces. Frágiles y supervivientes como nunca.


Una escena consiguió clavarse en en una parte oscura y recóndita de mi mente. Los tres mirando hacia el río y el personaje de Norton señalando que qué gran vida la del remolcador del barco por el Hudson. Siempre, hagamos lo que hagamos, tenemos la sensación de haber errado en el camino. Lo otro es soberbia.
La última noche , por supuesto, un gran film para proyectar en institutos que dicen educar al futuro de la humanidad.







[Trailer de La última noche. Hora 25. Perfecto para una madrugada de larga reflexión]



martes, 7 de junio de 2011

Elektra, el espacio imprescindible

Llevo pensándolo algunos días. Qué suerte tenemos muchos de nosotros. Por multitud de cosas, supongo, pero también por una en concreto que solemos olvidar en el acomodaticio discurrir de los días: existe un lugar como Elektra en esta ciudad. Sí, esa tienda colorista plagada de cómics, libros y vinilos, cerca de El Albéitar, por la que seguro cruzas de camino a alguna parte. Probablemente tú también echas un vistazo a su escaparate, miras tus bolsillos y entras a comprar ese libro o cómic indie que ansias desde hace ya no sabes cuánto. Y para colmo de la satisfacción más instantánea y truculenta, te atienden carismáticos y amabilísimos la buena de Alicia o el fantástico de Javi, con su sabiduría de títulos, años de publicación y autores con más o menos prestigio en su alucinante memorabilia. Ambos parecen saberlo todo.


Elektra ha ejercido siempre un gran influjo en muchos creadores leoneses de distinto tipo. No digo nada nuevo. Preguntar por ahí y veréis. Prácticamente todo el que hace fotografía, música, literatura e infinidad de cosas, ha pasado por esa guarida de papel y buen rock. Porque en Elektra siempre puedes escuchar excelente música mientras hojeas algo de unos zombies o el último libro de Dennis Cooper, entre un vinilo de Judas Priest o unas rarezas de Robert Johnson. Sí, creo que eso es Elektra, un lugar cómodo en que la cultura más honesta, la más próxima y la más distante, la de este León y la de un lejano Ohio, vienen a visitar tu piel y tu cerebro, receptivos a lo que huye fuera de la norma, lejos de lo establecido (que sabe a mal óxido y buen olvido). Por eso esta pequeña tienda ejerce de universidad paralela, y muchos niños y adolescentes entran por sus puertas y se llevan una pieza de su museo democrático y popular donde casi todo se puede comprar. Digo casi todo, porque cierta integridad ya hemos ido viendo que es inviolable. No creo que vea nunca un disco de Chenoa para hacer más caja.


Yo también fui adolescente, uno de esos muy apasionados que cree en el rock más que en su propia vida, esa potencial religión verdadera que parece que nos salvará de todo lo doloroso. Una tarde gris entré por esa puerta, compré una chapa blanca de The Velvet Underground y ya nada fue igual. Me siento raro cuando pasa el tiempo y no me cobijo entre los lomos de los libros y la buena conversación. Incluso, poco a poco, voy aprendiendo de cómic con profesores que me enseñan a saber ver la enésima esencia del arte y su futuro. Sí, gracias a Alicia y a Javi también por eso. Suelo salir satisfecho, memorizo algún concierto interesante de los que se cuelgan en la puerta de cristal, y camino en dirección a otra parte, mientras releo la contraportada de algo, salivando con un nuevo disco, pensando en que soy afortunado por tener cerca algo como Elektra. Todos nosotros lo somos, afortunados digo, porque sin este confortable lugar esta ciudad sería muy distinta. Tal vez mucho más aburrida y decadente. Peor.







[Y sí, a mí Elektra me suena a Stooges...]



viernes, 3 de junio de 2011

J & J en Galocha

Este sábado a la noche, Jugo y yo (es decir, Julio Eléctrico) ofreceremos sendas sesiones en uno de los lugares clave de la noche leonesa, La Galocha. Parte fundamental de la educación emocional, sensitiva y musical de mi adolescencia, que se prolonga como una singular borrachera de colonia de marca. Estáis todos invitados a esta magnífica experiencia catártica.


Rock electrónico y pop underground como sombras chinescas del sagrado malestar en la cultura.





[Podrían sonar por los altavoces cosas como estos Raveonettes ácidos y ruidosos...]