El pasado 8 de enero (sí, ando un poco tarde), si el Rey continuara vivo, hubiera cumplido 75 años. Más o menos los álbums de estudio que llego a gabrar. Creo que cualquiera se da perfecta cuenta de la altura de Elvis, de acuerdo, sólo un intérprete (las canciones se las escribían), pero vaya intérprete! No me parece exagerado cuando Lennon decía aquello de que antes de Elvis no había nada. Y sí, tal vez Chuck Berry es grande, Bo Diddley sublime, pero es que Elvis es monstruoso.
Incluso sus etapas más decadaentes (Las Vegas, el mogollón de películas, Hawaii -véase la imagen-) tienen un encanto especial. Dicen que el único hombre que El Rey se sorprendió de conocer fue a Marlon Brando (quizá de ahí esa pasión suya por el cine), pero, seguro, nadie quedó indiferente a su presencia.
En breve se publicará un libro sobre la relación de Elvis y las mujeres, se dice también en esta obra que una de las chicas Russ Meyes, la mexico-filipina pechugona (la de Faster Kill Pussycat!, ) fue la que introdujo al rockero en el arte del cunnilingus. La vida de Elvis, el primer ídolo de masas (además, y esto creo que es muy importante, de origen humilde), obsesionado con su madre, con las adolescentes, bebedor compulsivo de Pepsi, que regalaba coches a diestro y siniestro, que hacía recoger a sus fans el polvo sobre las sillas en que se sentaba, filetes mordisqueados guradados en urnas... Elvis, una vida que merece ser observada con lupa.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
Hace 1 día
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