El inmenso espectáculo que es Glamour to Kill aterrizó ayer en la capital leonesa, en un nuevo local de nombre Yasta en el otrora masivo Lancia de mi adolescencia furtiva. Casi toda la fauna noctámbula/crápula se acercó ayer a ver el juego sudoroso y bizarro de los GTK. Miguélez, Culebras y Tormento, el trío hedonista por antonomasia, presentaban nuevo álbum, y sin concesiones ofrecieron uno de esos shows cabareteros que tanto gustan a su público, huidizo de las coartadas intelectuales y más centrado en su impacto de gratificación inmediata. Quien quiera ver virtuosismo, se ha equivocado de cita, el concepto punk-glam de los GTK va más allá, y pretende algo, tan inclasificable y parece que olvidado e inmesiricorde en estos tiempos, como es pasarlo simple y llanamente bien. Sobran muchos nombres que sólo pretenden hundirte las costillas un poco más y hacerte llorar a borbotones mientras das vueltas en la cama. Sin apenas alcohol en sangre salí de la nueva sala con una de esas enormes sonrisas de satisfacción que ya sólo tengo pocas veces. Hay testigos.
La otra gran sorpresa de la noche fue el regreso a los escenarios de Carlos Luxor (Toño), que dio buena muestra del por qué de su papel activo y tan reivindicable en esta ciudad (pronto habrá más noticias). No parece extraño pues que Luis Miguélez haya contado con él en tantísimas ocasiones. Buen ambiente. Calor agobiante. Pelucas y rímel. Back to 80´s. Algo de sadomaso, fisting visual y la sensación de una gran noche en el centro mismo del cerebro reptiliano. Lo que viene a recordarnos, también, el papel activo de los GTK en el Berlín de madrugada. A León le queda un poco hasta ese sano placer huidizo que tanto gusta al teutón medio, empeñado en la noche y el cuero negro. Tan cerca, tan lejos.
[Glamour To Kill, en su primer álbum, pidiendo agitar el cuerpo como último reducto de esa maldita satisfacción inencontrable]
NOVELA: Javier Mateo Hidalgo.
Hace 23 horas
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