Los situacionistas, bueno, la Internacionla Situacionista, me tiene atrapado. La última revolución pendiente (todas son pendientes, desgraciadamente) no deja de instalarse en el fondo de mi cerebro como a fuego azul de gas. Leo a Alexander Trocchi, a Guy Debord y su espectacular anti-espectáculo, la firmeza indescriptible de Raoul Vaneigem en su Tratado del saber vivir... y comienzo a entrever la posibilidad "real" de un cambio de modelo de pensamiento y de vida (modificación de roles, no trabajar, un cine distinto, una ciudad psicogeográficamente placentera...). Hay quien dice que ellos fueron los responsables directos del veneno de ese mayo del 68 francés.
Cuando Dadá se pervierte, cuando los surrealistas ya son sólo un grupo de burgueses y anarquistas de boquilla, llegan los situacionistas a romper de nuevo la baraja por la mitad. No sólo a romperla, a quemarla, a llevar a la práctica un sistema intenso que en el caso de Debord le deja únicamente la salida del suicido (mayor credibilidad imposible, mayor despilfarro, dirán otros, imposible). Los situacionistas bebían alcohol enfermizamente y consideraban que había cosas no debatibles (tanta tolerancia a todo, se ha visto, es un mal peligroso), su revista (mataría por ver una IS original de la época) era lo más avanzado que se podía ser a finales de los 60(Hegel decía que no se puede superar a la propia época) y casi hasta el principio de los 90 (con tanto pesimismo a la moda, que diría Diane Keaton en Manhattan)con ese documento inclasificable y hermoso, el Panegírico de Debord, una especie de memorias poéticas imposibles de dejar de leer.
Con los situacionistas me ocurre que me apetece hacer pintadas por las calles a todas horas (tengo mil frases que poner en negro), fanzines de grapa contra una forma de vida moribunda y estéril. Vivir, que es en el fondo lo que pedían los situacionistas. Auténtica vida, no simulacro de vida. Dormir -levantarse- desayunar- trabajar- comer -trabajar- cenar- ver la televisión- dormir... y así infinitamente, hasta la muerte o una neurosis paralizante que nos imposibilite vivir.
Cada vez es más fácil conseguir textos de este singular grupo de creadores y rebeldes (aunque hasta hace no mucho eran casi inencontrables, salvo quizás los de Anagrama). La editorial Pepitas de calabaza ha publicado dos compendios de textos situacionistas, los de la sección inglesa e italiana (que pueden ser reproducidos gratuitamente, si no conllevan beneficio económico), también Pre-Textos tiene entre sus obras el manual básico del situacionismo, La sociedad del espectáculo, y Anagrama cuenta con varias obras, desde algunas de Debord hasta El libro de Caín de Trocchi. Si se cruzan con alguno de estos libros, no lo duden, están de enhorabuena. Una señal de que su futuro próximo será distinto y tal vez mejor (sin vendas). Creerán en la vida. Eso sí, subversivamente.
[Souvenir, uno de los grupos más destacados que he seguido últimamente. Hice todo lo posible por traerlos a León. Imposible. Familia, fechas y demás historias lo imposibilitaron. Una pena, ¿no creen?]
DE NADIE EL AGUA DEL RÍO por PABLO OTERO
Hace 1 hora
También "Rastros de carmín" de Greil Marcus en Anagrama, supone un buen libro "secreto".
ResponderEliminarme pillé un libro sobre este rollo el otro dia en la feria del libro antiguo. Guy Debord era un vago, la sociedad del espectáculo llegó a su fin ya a mediados del siglo XIX con los shows de minstrel, tampoco habia que ser un lumbrera para basar tu vida en criticar esto. La psicogeografía era un invento para viajar sin dinero porque no tenian un puto duro, tampoco trabajaban. Hay que currar más, chicos, como yo que llevo 20 dias doblando turnos y sin descansar ya. cagontodo
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