jueves, 7 de octubre de 2010

La vida en la calle

El español medio es un hombre que vive en la calle, que respira la calle y ama lo que no está en casa. Los argentinos suelen decir que los españoles no vamos mucho al psicoanalista porque tenemos los bares. Sí, pero también tenemos la calle, que nos salva (demasiado) de nosotros mismos. Sin la calle no se hubieran fraguado las cosas verdaderamente importantes de este extraño país. Existe la tendencia popular a considerar muy valioso a aquel que ha hecho horas en la calle. Una especie de medalla de guerra valiosísima. Se suele decir de alguien que "tiene calle", en un sentido ambivalente, pero claramente práctico (es útil, sin duda). El español siempre ha considerado que ningún libro o profesor podrá mostrarle la verdad,la vida, como lo hace la calle con su sorpresa y conflicto continuo. En el asfalto palpita el sueño o la pesadilla (¿quién sabe?) española. Especialmente en el asfalto nocturno y excesivo. La calle durante la noche es la sabiduría elevada a la enésima potencia. Una especie de entrenamiento para la vida. Como un rito de paso, que dicen los antropólogos, para poder enfretarse a lo complejo de la existencia de este, bien llamado, ruedo ibérico.


Pascal decía que casi todos los problemas del hombre le vienen por no saber estar solo en casa. Al español le pasa mucho (los problemas, digo). Necesita de los otros. Vive con los otros. Le agradan las aglomeraciones, el bar lleno, la zona por donde no se puede ni pasar ni pisar. ¿Por qué? Porque el español se ama y se odia en partes idénticas. Bebe en compañía y ríe en compañía, pero sin fiarse nunca del todo del otro. Esta es tierra de trileros, de tramposos que aman el descuido, el billete caído y la mirada despistada. A los niños pequeños se les dice en este país que tengan cuidado con las vueltas en las compras (¿en qué mundo alguien engañaría a un niño?: sólo en España, claro). Uno se va preparando para el festín pícaro que le espera.

Pero no todo es preparatorio en la calle. También es un agradable lugar donde comer, donde beber (especialmente donde beber, este país vive bebiendo). Juntos, pegados unos a otros ingiriendo espirituosos para alegrar y alargar su forma de vida (el español dice mucho que este es el mejor lugar del mundo -quizá nunca ha salido demasiado de aquí, creo yo-). Aunque, ¿saben algo?, tampoco me disgusta estar al lado de otro español pegado, arreglando el mundo, amándonos y odiándonos, porque en casa todos ya sabemos lo que ocurre: nada. Y a eso, a que no ocurra nada, es a lo que más teme el español medio.




[Ópera Prima, el debut tras la cámara de Fernando Trueba. Una cinta que desvela ese amor infinito y mágico que el español tiene por la calle. Todo lo importante ocurre cerca de esas estrechas aceras...]



2 comentarios:

  1. Qué opinas de los pezones a lo trueba?

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  2. Pues mira que me gusta a mí estar en casa. Y qué poco las aglomeraciones. ¿Seré mala española? ¿me 'amaré' mucho?
    La entrada de Azul eléctrico ya tiene fotos. Te aviso por si te hace pasarte.

    ¡Un abrazo, editor!

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