
Que el hombre es un terrible monstruo con sus semejantes, desgraciadamente, no es una novedad. Pero que para colmo esos monstruos-ladrones (decía Marx que toda persona extremadamente rica -aunque pocos se definirían así- es, o un ladrón o hijo de un ladrón o nieto de ladrón), decía que esos monstruos-ladrones se imponen en nuestra sociedad como modelos sociales, como adalides de un comportamiento, ejem, competitivo y luchador. Son esas personas que salen por nuestros televisores, en mansiones lujosas... y, para colmo, les reímos las gracias. Creo que hemos olvidado qué es justo y qué no. Y que haya sido siempre así no es excusa, nos vuelve cómplices todavía. Una persona sola no cambia nada, todas lo pueden todo.*Un interesante tema de Fernando Alfaro, Chucho, sobre la mente de ese feroz monstruo...

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