Cada vez leo poesía con más pasión. Con la fruición de los desesperados, de los que creen que la vida es un engaño colectivo e insípido. La poesía como reclamo de una realidad descifrada, "real", profunda y, en cierto sentido, verdadera. La poesía como extensión de nuestras mentes enfermas por el trabajo y las bebidas carbonatadas. Pieza interesante este Quién mató a Kennedy y por qué de Eduardo Fraile. También premio Fray Luis de León, como el reciente de Luis Artigue. Mi ehnorabuena desde aquí, Luis. Quedamos a la espera de ver ese nuevo gran poemario.
Otro poemario reciente al que me ha acercado, casi por pura casualidad (como casi todas las cosas importantes), es este singular Ciudad del hombre: Nueva York de J.M. Fonollosa. Un escritor apartado de la escena literaria de su momento y que ha pervivido gracias a Gimferrer. Acertado, provocador, tremendamente machista... Ciudad del hombre: Nueva York es un libro poco habitual, lejos de todo lo políticamente correcto que llena las librerías y los estantes polvorientos de una civilización, cuando menos, indeseable. Ayer mismo lo hablaba en un debate improvisado, entre cerveza caliente y opiniones divergentes, la sinceridad es peligrosa. Tanto, que podría acarrear la muerte. Pues, señores, la poesía tiene ese valor. Ya alguien decía que la verdad es poesía. Lo sentimos justo en el abdomen que es profundamente así.
*Hace poco leía el aumento significativo de asistentes/clientes/espectadores a los cines. Cuando parecía que el cine estaba moribundo, llega una crisis económica y la población vuelve a los cines, a dejarse atrapar por historias agradables, lejos del descomunal ruido de ahí fuera. Ocurrió antes y ocurre ahora. [Sonido: The Killers en la banda sonora de Control, la película sobre la historia de Ian Curtis, vocalista de Joy Division, seguro que este relato tan dramático no tendrá tantos asistentes como Avatar].
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
Hace 1 día
No hay comentarios:
Publicar un comentario