lunes, 14 de diciembre de 2009

Mañanas

La mañana comienza con una paliza a un primer ministro italiano. Tomo un café que sabe a agua estancada. Y mi cabeza, agitada, no deja de pensar en el pasado, el único terreno del que escribe mucho, obsesivamente. Las mujeres, para mí, siempre han tenido algo mágico. Como un secreto gigantesco que se esconde en ellas. Suelo mirarlas con curiosidad de animal con hambre, con ingenuidad de macho. Todas las obras de arte intentan, en el fondo, ser comparables al cuerpo de mujer. Una mujer consciente de su potencial de derribo es altamente peligrosa. No tengo energías para las mujeres fatales, ni para las que salen en las canciones de las estrellas de rock. Una mujer desnuda es como un tesoro de la naturaleza que nos sorprende y nos abruma. Un regalo de los dioses. Un presente de ese otro sexo tan desconocido y maravilloso.

La mañana sigue con temperaturas bajas, canciones al fondo y el mensaje, un tanto subliminal (a veces no tanto), de que hay soportarlo prácticamente todo. Mi abuela siempre me lo dijo, el mayor de los dones, la más grande de las virtudes, es la paciencia. Me lo digo a mí mismo mientras miro a los edificios altos de enfrente.




* Imagen de uno de los genios contemporáneos del desnudo, Roy Stuart (Taschen). Videografía de The Avalanches (unos genios del cut n´paste,que no dejan ni un instante de sorprenderme).


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