viernes, 20 de febrero de 2009

Acción - reacción

Acción- reacción. Se extienden mis latidos hasta la zona exterior de tus brazos. Esa voz extraña tiene algo de monstruo fantasmal maravilloso. He apilado unos cuantos libros que quisiera leer en este mismo instante. Debo aplazar mi existencia creando sudor bajo mis axilas. Respiro despacio y continuo. Tengo la curiosa sensación de que nos hemos visto antes, de niños, en una excursión que hice con mi padre en un coche de alquiler.

Todas las aspiraciones del que siempre creyó en su fracaso. Uno es un simulacro de uno mismo reflejado en el agua quieta. Espero que escondas todas las uñas en un cuenco de cristal medianamente transparente. Me sorprendo al ver que no te has movido ni un milímetro. Aunque, claro, el espacio y el tiempo son una broma. Colecciono animales raros, con raros me refiero a no habituales en los hogares de los madrileños o de las abuelas solas que no cosen. Saco la mano por fuera de la ventanilla. El alma del polvo tiene algo de esos espíritus de las películas mudas.

Al teclado de tu espalda le falta el signo de interrogación. Vives entusiasmado porque conoces tu cansancio. Y los silenciosos son puros como el agua embotellada de los centros comerciales. Los teléfonos traen a la noche noticias de disturbios juveniles en la India. Hay un pequeño insecto que aparentemente sólo morirá una vez en los próximos segundos. Las mujeres prefieren llorar a comprar un arco y flechas nuevas. Las cosas funcionan así. Acción- reacción.




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