miércoles, 21 de abril de 2010

Descontento (extra)creciente

Es difícil no sufrir hoy descontento. Las calles palpitan enfado contenido, tensión hacia los semejantes que se han burlado de nosotros, prácticamente todos (la mayoría). Afortunadamente (ejem), hay fútbol prácticamente todos los días, el alcohol no es excesivamente caro y los estupefacientes se han abaratado. La televisión, como un mantra, no deja de repetir que toda va bien, que todo mejorará y, para colmo, una ironía de muy mal gusto asegura que "esto solo lo arreglamos entre todos". Si esto no es un mal signo, que me aspen.

Existe malestar, no hay demasiadas dudas sobre ello (no hace falta ser un lumbreras para verlo, pero nadie da el paso, todo está en pause, mientras hay quien hace el agosto en la Bolsa). Lo sorprendente (incluso para analistas extranjeros) es que no se hayan producido conflictos o revueltas sociales. El desempleo (al menos el oficial) supera ya el 20% (uno de cada cuatro trabajadores oficialmente no desempeña una labor remunerada), la corrupción crece por momentos, también el amiguismo, los cargos a dedo. Mientras uno lo tienen todo, otros deben ahorrar cada céntimo porque si no, no les llega el dinero ni siquiera para comer. Las familias de los trabajadores están soportando esta crisis, es decir, los de siempre. Pueblos, con mucho menos, han estallado. Y lo curioso es que parece más grave la situación de los aviones y la nube de humo (los medios siempre se preocupan de los que viajan, posiblemente con más recursos). Que todo esto no tenga solución, me parece a mí, es la gran noticia.

Lo que debe saber (y no olvidar, por supuesto) un estado o un gobierno (y no es cuestión de colores o políticas) es que cuando alguien no tiene que llevarse algo a la boca, es muy digno y ético robar, el mayor de los daños al capital, de hecho, el mayor castigo proporcional se da legalmente al robo de la propiedad privada. El mayor de los pecados. Pero también se sabe que el hambre no entiende de pecados. Veo a mi alrededor como gente de gran valía pierde su trabajo y los demás sólo intentamos que no nos roben la silla. Dejamos bastante que desear. Siento haber sido tan profético con el título de mi último libro, Mientras el mundo cae. Las encuestas señalan que más del 70% de la población considera que la situación seguirá siendo mala o empeorará. ¿Y la noticia es que una niña lleva velo al colegio? Venga, hombre, la cuestión es el colapso económico, los despidos diarios, el planeta ardiendo... Eso sí, el Barca perdió ayer.


[999 y su extraordinario single "Homicide" que el bueno de Juan vende en el Rastro por apenas 13€. Dése un regalo, queda poco. El punk nunca estuvo más vivo, otra cosa es que se quiera ver o entender las lecciones semi-fallidas del 77]

1 comentario:

  1. Es terrible la apatía que nos ha convertido en cómplices de todo aquello que nos hace daño. No sé exactamente cuántos dedos hacen falta para mantener el botón del pause pulsado, cuántos partidos de fútbol nos están coloreando las pantallas para que sigamos, dóciles, al rebaño, y se nos olvide protestar porque algo duele. Pero, desde luego, son demasiados.
    Y, con todo, no me parece poco importante hablar de que una niña cubre su cabello para evitar la lascivia del macho, cuya incontinencia quedaría justificada en el momento en que ella decidiera mostrar esos mechones cargados de mensajes impúdicos. Creo que el conflicto ético que se nos plantea es gordo y tiene mucho que ver, por una parte, con que antesdeayer mi abuelo podría haber asesinado legalmente a mi abuela si la descubría con otro hombre (artículo 438), y nos avergüenza hacer ahora de autoridad moral para nadie...y, por otra parte, hemos sido tan burros con tantos otros a lo largo de la historia, sometiéndolos, arrasando con su tierra y sus costumbres, que hoy nos da pudor señalarles y decir ''eso no se hace'', no sea que nos pidan cuentas y tengamos que recordar que fuimos, claramente, del bando de los malos. Hoy nos esforzamos por demostrar lo abiertos que somos, lo mucho que respetamos otras culturas, y nos echamos a temblar a la hora de trazar la línea a partir de la cual según qué aspectos de según qué culturas que violan claramente derechos humanos deberían modificarse o erradicarse.

    Y perdona el pedazo de discurso, Julio...se ve que el tema del velo me ha tocado la fibra...

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