
La respuesta se impone, aunque con riesgos. Crear salva, eso no es una novedad, pero también tiene su precio. Crumb tenía pequeñas "manías" incomprensibles para otros (aunque sí para sus lectores), véase mujeres devoradoras, deseo y culpa, subirse a los lomos de las féminas como caballos de carga, LSD y dibujo... A Crumb le salva el dibujo, pero le condena a una vida gastando los ojos sobre el papel, intentando encontrar esa historia/comic que le haga sentirse mejor (y que, seguro, no conseguirá aplazar el malestar, la alienación). A veces, por lo que se ve en el documental, lo conseguían los viejos discos de blues, un bonito recuerdo de infancia o adolescencia... aunque luego siempre aparecía el "malestar en la cultura" (Freud), las pequeñas neuras diarias, la insoportabilidad de otros seres humanos, la historia que ya conocemos todos, creadores o no.

Otro insigne creador, Lepoldo María Panero, heredero de ese mismo "malestar en/con la cultura", acaba por crear también de un modo obsesivo, como la única cura posible, lo otro es el suicidio o la frivolización con el suicidio. Poesía, cómic, locura, represión, mujeres, curvas, palabras...algo que haga continuar al propio creador o a los que le observamos detenidamente porque, sobre todo, intenta buscar respuestas a ese malestar, a esa represión diario. Ya conocen las opciones. El que avisa no es traidor.
Y, claro, la respuesta que siempre dicen que es la mujer...