miércoles, 19 de diciembre de 2012

A dos días del fin


A dos días de un hipotético fin del mundo, el balance general no resulta demasiado positivo. Las cosas están tan decididamente mal que mirar a otro lado es ya en sí un lujo. Parece tan evidente y pueril que resulta irritante esa inercia tonta que nos arrastra todos las mañanas. Se cacarea un deseable optimismo que es ya prácticamente excepcional, cuando no imposible. Ejemplos sobran. Las cifras tampoco suelen mentir, desde el desempleo a la morosidad o el aumento de los índices de pobreza en un país también teóricamente desarrollado. Reaccionar es lo mínimo, la única ética responsable/ respetable. Leía hace tiempo que algunos datos que manejamos son propios de países que han sufrido una reciente guerra civil (quizá la hemos sufrido, pero más de tipo económico). El sentido común nos dice que las malas rachas pasan, igual que las buenas, aunque leer un reportaje sobre la multitud de población nacional que ya se les considera pobres energéticos (no tienen ni siquiera para electricidad o calefacción) y que su número actual ronda el 17%, es más que preocupante. Y eso no lo salva ni la mayor positividad posible. El frío o el hambre no entienden de esperas o discursos grandilocuentes.






Supongo que es el más absoluto declive de un sistema, una forma de vida o lo que narices sea esto que, básicamente, destruye a unos para beneficio de otros. Las desigualdades aumentan, no es nuevo, aunque lo estemos comenzando a asumir con naturalidad. Una conocida marca de embutidos crea anuncios buenrollistas cuando recientemente ha despedido a muchos de sus empleados. Las contradicciones de la posmodernidad. Luego se habla de brotes verdes, un par de partidos de Liga, una exclusiva de Belén Esteban o un proceso independentista, y nuestra conciencia se arrincona como un conejillo asustado. No creo en un mundo donde las ventas de artículos de lujo no paran de crecer (Ferrari aumentará sus ventas un 10%) y millones de personas tienen que verse con la necesidad, el hambre o incluso la sed todos los días. Recortes como filosofía de vida, mientras las grandes fortunas aumentan sus beneficios y plusvalías. Es más que una injusticia, es una guerra entre semejantes, y como decía aquel conocido economista, todos sabemos quien va ganando. En dos días, dicen los profetas de la tribu, esto petará. Estaba tardando. Lo estamos haciendo tan mal (pese a los buenos deseos e intentos de muchos) que es prácticamente un milagro que no nos hayamos cargado el planeta antes. Que todo esto dure hasta el viernes o hasta fin de año, solo puede ser un regalo de los dioses.









[The One I Love, acércate a quien amas]






1 comentario:

  1. pareces un personaje de la peli "Melancolía" de Von Trier esperando el fin del mundo. Muy recomendable si no la habéis visto

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