martes, 6 de noviembre de 2012

Ruby Sparks, amor a primera vista


Una idea es mucho. Lo es casi todo. Y Ruby Sparks posee una gran idea. Estimulante, atractiva y perfecta para dar el pelotazo. Si además la película cuenta con los directores de esa gran joya que fue Pequeña Miss Sunshine, el viento sólo puede soplar a su favor. Y lo hace. Lo hace gran parte del tiempo. Al final la cosa declina y acaba por convertirse en una versión soft de buenos sentimientos que parecen perseguir una traducción inmediata en caja. Pero eso es al final. Vayamos por partes. Ruby Sparks cuenta la historia de un jovencísimo escritor con un importante éxito con su primera obra (quién pillara algo así, por aquí ningún autor ha visto algo remotamente parecido) y que ahora se encuentra con dificultades para dar forma a su segunda gran historia. Pero la magia aparece. Comienza a soñar con una chica y decide trasladarla al papel. Y cosas de la literatura, el amor o la soledad, quién sabe, el personaje se convierte en real, en una estupenda peliroja que parece ser el sueño de cualquier indie solitario de bien. De bien, porque a nuestro imberbe protagonista parece no faltarle el dinero, ni los recursos, convirtiendo este hecho en el mayor rasgo de ficción del film, muy por encima de la encarnación de un personaje literario. 




Cosas de una buena idea, pese a todo, porque al final resulta fácil identificarse con un autor inseguro y neurótico, una especie de Woody Allen que pretende ser el próximo J.D. Salinger. Ahí es nada. La magia asoma de nuevo. Con ecos de Pirandello, del cine indie más resultón y con mejor factura posible, Ruby Sparks se convierte por derecho propio en lo más recomendable actualmente en nuestras pantallas. Mientras los cines parecen crecer (o decrecer) a base de disparos de bala, efectos especiales y músculos hiperdesarrollados, esta cinta vuelve a contarnos una pequeña historia, una de esas que tanto necesitamos, de las que van directamente a nuestra imaginación en desuso de pequeñoburgueses descreídos y cínicos. Quizá la magia del amor. Eso que hoy parece un cuento chino y que es justo una de las últimas (y escasas) tablas de salvación en esta realidad insulsa del "sálvese quien pueda". Aunque insisto, ese final (no se lo contaré) es francamente mejorable, aunque les adelanto algo, es como si un ejército de productores se hubiese remangado y decidido podar todo lo extraordinario de la cinta para adecuarla a un supuesto aumento de los ingresos. Tiene uno de esos finales de novela de mil y pico páginas, que satisface a la mayoría y enerba al público más exigente (sí, creo ser público exigente). El resto, ya digo, lo más disfrutable de nuestra actual cartelera. Un brillo en la ciénaga de nuestro tiempo. Recordarla me trae una sonrisa.









[Ruby Sparks, la magia de la escritura]





3 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo Julio!me encantó la película, es una metáfora muy buena de las relaciones. un saludo!

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  2. no me gustó nada Pequeña Miss Sunshine: cine baboso familiar con estética indie marchita para amas de casa. Acabo de ver Looper, en cartelera actualmente (aunque yo no voy al cine), del director de "Brick", una joya indie. Por directores que empezaron haciendo indie y se pasan al mainstream no será, los hay a patadas. Próxima parada: el festival de cine de Gijón calienta motores.

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  3. muy floja Ruby Sparks, una especie de escritor que va de perdedor por la vida cuando lo tiene todo: una peazo casa, un bmw descapotable, triunfador literario a sus veintipocos años, y una novia que hace todo lo que él dice. Se puede pedir más? quizás si, un poco de realidad no venía mal. Antonio Banderas como siempre dando pena en papeles de spagnolo gracioso. "¿No conoces a F. Scott Fitzgerald?" Bufff, pretenciosa, pedante y llena de moralina jolibudiense.

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