martes, 6 de marzo de 2012

Skip James o la silueta de un mito

Una auténtica sorpresa. Acabo de hacerme con las grabaciones de Skip James del 68 en CD (reacciones más o menos compulsivas del último comprador vivo de cedé). Una copia que aquí distribuyó cuidadosamente Nuevos Medios (algún día habrá que hacer una lista de los méritos de esta discográfica señera en el panorama nacional). Tengo que reconocer, no queda otra, que las grabaciones de finales de los sesenta no tienen ese halo de misterio que desprendían las de los treinta, cuando James no era más que un simple vagabundo en busca de la esencia de las cosas. Y la descubrió, vaya que sí. Si no me creen, escuchen atentamente esa maravilla de la imperfecta perfeccción que es "Devil got my woman". El alma negra recorriendo cada centímetro de una voz rasgada y luego esa melodía lenta pero firme que atraviesa a uno como lo haría un cuchillo con un suave trozo de mantequilla.




No me quedan muchas dudas respecto a la grandeza de Skip James. Y su leyenda, sin ser la del enorme Robert Johnson (se dice que cuando Keith Richards, de los Stones, lo escuchó por primera vez pensó que tocaba más de una persona a la vez), posee algo de relato épico redondo, de perfecta literatura del Delta. Se se suele contar que James era un redomado trotamundos con su guitarra al hombro, un apasionado de la libertad y la carretera (los beat, con Kerouac a la cabeza, retomarían esa forma de vida). Es entonces, de paso en una pequeña ciudad, cuando decide presentarse a un concurso de talentos. Se convierte en ganador, y el premio se trnsforma en grabar unas canciones. Tendrá que viajar hasta otra ciudad y allí dar forma a lo más cercano que ha estado el hombre de grabar fielmente sus propias entrañas. Aun con todo, el disco no resulta un éxito, como podría esperarse y dada la alta calidad del material musical. La crisis económica y la llegada de la radio hacen el resto.




James, sin más,aunque algo apesadumbrado, continúa su camino. Es entonces cuando decide hacerse pastor y cantar directamente a Dios y sus feligreses. Pero con los años, el nombre de Skip James se convertirá en un grandísimo mito (aumentado por su ausencia de la escena musical, nadie sabe dónde está ni tampoco se le espera). Será con el hippismo, la contracultura y los festivales, ya en los sesenta, cuando nuevos muchachos recuperan para todos los amantes de la música la esencia de la norteamérica negra. Un respiro aliviado y de justicia. James morirá pocos años después, y su nombre, poco a poco, pasará a convertirse en un clásico de las emociones del siglo XX. Tengo una grabación de ese mismo hombre/mito en el año 68 (un año ya de por sí legendario), totalmente transformado, cuando la vida le había derribado varias veces, y su voz suena infinitamente distinta, como si hubise perdido la gracia o simplemente fuese otro.









[Con todos ustedes... Skip James, ochenta años después]






1 comentario:

  1. en mi modesta opinión las mejores reediciones de Skip James las saca el sello Mississippi en vinilo en la actualidad.

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