jueves, 3 de marzo de 2011

El placer de cambiarlo todo

Nuevo libro del francés Michel Onfray. Si en su exitoso Tratado de ateología nos dejó boquiabiertos, con su nueva Política del rebelde subtitulado Tratado de resistencia e insumisión nos ha incendiado, ha prendido la mecha y se ha echado a correr a esconderse detrás de un muro a ver el espectáculo (fuegos artificiales y gritos incluidos).

Hay que reconocer la valía del libro y la alta necesidad de un texto así hoy. Aunque también hay peros. Cuando se pone con su pasado y con las leyendas griegas se vuelve un poco tostón, pero ay cuando enumera los escalafones sociales y la posición de cada uno, la piel se pone de gallina, una mezcla entre excitación y enfado mayúsculo. Verse en un mapa del desastre siempre asusta.

Y hace un planteamiento que sorprende por sus sencillez y clarificación de nuestro pensamiento adoctrinado por una educación que únicamente mantiene el statu quo actual. La televisión también hace su función, claro está. Onfray viene a decir que igual que en su día se planteó que eliminar el trabajo infantil o las jornadas maratonianas era una utopía antisistema y ponía en peligro su propia existencia, hoy poner sobre la mesa cualquier cuestión de avance laboral y derecho al trabajo, parece la misma clase de provocación. Y no lo es, por supuesto. Hoy las formas actuales mantienen una escasez de trabajo para darlo a cuentagotas y recibir una agradable sumisión infinita a esos pocos, los de siempre, que lo siguen teniendo todo.


Existe un sustrato de población descontenta, que no cree en los ideales que aparecen entre líneas en la publicidad y los medios. Existe gente, cada vez más, que ya ha leído La insurrección que viene del Cómite invisible y tiene esa misma sensación, la necesidad de otra cosa. El incendio y la resurreción. ¿Saben que concluye Onfray en este libro? Que la solución quizás pase por un nuevo activismo basado en la premisa "Goza y haz gozar". Me parece un buen comienzo, especialmente en tiempos aparentemente nada solidarios. Cuando todo está perdido, el triunfo está cerca. Mientras tanto, gozaré y haré gozar a mi alrededor, siguiendo el consejo del bueno de Onfray. Avísenme cuando quieran hacerme gozar a mí (por organizarme, vaya).








[Un dulce después de meditar. The Pastels o la banda perfecta de las melodías perfectas]



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