Nuevo libro del francés Michel Onfray. Si en su exitoso Tratado de ateología nos dejó boquiabiertos, con su nueva Política del rebelde subtitulado Tratado de resistencia e insumisión nos ha incendiado, ha prendido la mecha y se ha echado a correr a esconderse detrás de un muro a ver el espectáculo (fuegos artificiales y gritos incluidos).
Hay que reconocer la valía del libro y la alta necesidad de un texto así hoy. Aunque también hay peros. Cuando se pone con su pasado y con las leyendas griegas se vuelve un poco tostón, pero ay cuando enumera los escalafones sociales y la posición de cada uno, la piel se pone de gallina, una mezcla entre excitación y enfado mayúsculo. Verse en un mapa del desastre siempre asusta.
Y hace un planteamiento que sorprende por sus sencillez y clarificación de nuestro pensamiento adoctrinado por una educación que únicamente mantiene el statu quo actual. La televisión también hace su función, claro está. Onfray viene a decir que igual que en su día se planteó que eliminar el trabajo infantil o las jornadas maratonianas era una utopía antisistema y ponía en peligro su propia existencia, hoy poner sobre la mesa cualquier cuestión de avance laboral y derecho al trabajo, parece la misma clase de provocación. Y no lo es, por supuesto. Hoy las formas actuales mantienen una escasez de trabajo para darlo a cuentagotas y recibir una agradable sumisión infinita a esos pocos, los de siempre, que lo siguen teniendo todo.
Existe un sustrato de población descontenta, que no cree en los ideales que aparecen entre líneas en la publicidad y los medios. Existe gente, cada vez más, que ya ha leído La insurrección que viene del Cómite invisible y tiene esa misma sensación, la necesidad de otra cosa. El incendio y la resurreción. ¿Saben que concluye Onfray en este libro? Que la solución quizás pase por un nuevo activismo basado en la premisa "Goza y haz gozar". Me parece un buen comienzo, especialmente en tiempos aparentemente nada solidarios. Cuando todo está perdido, el triunfo está cerca. Mientras tanto, gozaré y haré gozar a mi alrededor, siguiendo el consejo del bueno de Onfray. Avísenme cuando quieran hacerme gozar a mí (por organizarme, vaya).
[Un dulce después de meditar. The Pastels o la banda perfecta de las melodías perfectas]
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
Hace 1 día
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