martes, 12 de mayo de 2009

Curtis, hombre y mito en Control

Afortunadamente, el domingo en el Albéitar se proyectó la cinta de Corbjin Control, una historia en blanco y negro de Ian Curtis, vocalista de la formación post-punk por excelencia, los excelentes Joy Division. En general, se había creado muchas expectativas con esta cinta en los medios (de hecho, su estreno llega tiempo después a las salas comerciales). La verdad es que no (me) ha defraudado. Tiene algo de retrato generacional de los que vimos pronto en Curtis un icono existencial confuso por la propia vida.
Su historia es la de esos poetas precoces, como Rimbaud, la del amor aparentemente eterno y las dudas sobre lo correcto y lo incorrecto (que a todos, más o menos, nos asaltan, el modo de resolverlo es otra cosa). No es difícil sentirse identificado con un Curtis impulsivo, amante de la música glam, lector de poesía y aparente conflictividad con la tiranía del amor. Excelente interpretación la de los actores, aunque el resto de los Joy Division (luego New Order) tienen algo de pardillos a los que se les coge cariño por su ingenuidad (sus declaraciones parecen de quinceañeros). Para el recuerdo la actitud entre pesarosa y desafiante del Curtis fílmico, las canciones, por supuesto (volví a reafirmarme en que Unknown Pleasures es su gran álbum) y ese blanco y negro que tiene algo de imagen colectiva y eterna de un tiempo en que Manchester cambiaría el mundo musical y real a varias generaciones.



Creo que la cinta tiene paralelismos con otra película sobre líder rock, Jim Morrison en The Doors de Oliver Stone. Ambas inspeccionan su mundo amatorio, su sentimentalidad poética y su muerte precoz. Color en los 60 frente a blanco y negro tras el grito primario punk. Dos leyendas rock, dos figuras de T-shirt y, tal vez, dos formas de ser joven que no se alejan tanto (Curtis era un gran admirador de Morrison). Ambas quieren ser legendarias, ambas quieren ser eternas.
Control, no debe olvidarse, es la historia de otro ocaso, esta vez con gabardinas largas, epilepsia, poco dinero y la frustración que lo habita instantáneamente todo. Aunque el final es el mismo (desgraciadamente lo es para todos), la muerte precoz (y el nacimiento de otra cosa). Consigue recordarnos que Curtis (también Morrison), como Celan, es de esos poetas jóvenes a los que los dioses quieren más y por ello se van antes (por querer pensar y cantar como ellos, entregándolo todo y quedándose sin nada).


1 comentario:

  1. La película esta bastante bien pero creo que el retrato de Curtis se ciñe demasiado a sus relaciones sentimentales. Sin embargo en The Doors la interpretación del grupo es mucho más intensa y enriquecedora.
    De Control destacaría más el aspecto visual y técnico. Una maravilla...


    http://esthercouso.blogspot.com/

    ResponderEliminar