jueves, 27 de marzo de 2014

Ese chico encantador













Tu muerte me pilló fuera, Manuel. Lejos. Demasiado lejos. Quizá por eso me dio mejor tu medida, tu valor descomunal. Leer las palabras y los gestos de los que te querían, sólo hizo más profunda esa sensación. Me hirió por dentro, como las cosas importantes de la vida. Desde tu enfermedad llevaba tiempo sin verte. Preguntaba por ti y deseaba verte recuperado. Creía en ello, la verdad. Es difícil imaginar que la gente se va. Nadie se acostumbra. Para colmo, nunca pude despedirme. Por eso me he quedado con pocas palabras. Recuerdo viajar contigo, tomar cafés y ver música de nuestro siglo en directo. Pinchaste a veces para mí, junto a mí. Me vienes a la memoria atrás en mi coche, camino de Daniel Johnston. Bromeábamos con Sal Mineo. Tu amor infinito al cine. Y la vida parecía nuestra. Visto ahora, creo sinceramente que lo era. No estábamos de acuerdo sobre aquel extraño show de Johnston, pero eso no importa. Nunca importa. Creo que los que te conocimos tenemos el corazón un poco gastado, herido por esa caótica ausencia de tu amabilidad. Es imposible no recordar tu generoso afecto ahora. Tu mirada cálida que lo perdonaba todo. Resulta más rara esta ciudad sin ti. Menos habitable. Porque todos los que amamos las cosas que tú amabas (somos muchos), estamos un poco desorientados, perdidos en este irreflexivo frío de primavera.

Y pienso en ti, ese chico encantador.







( Imagen JR Vega











[ Te conocí con una pequeña chapa de los Smiths en la camiseta ]







2 comentarios:

  1. Una persona muy querida, presciosas palabras Julio

    ResponderEliminar
  2. grande Julio y grande Manolo! un texto muy cercano al personaje, no como otros de otros periolistos que no me han gustado un pelo

    ResponderEliminar