
Freud hablaba con suspicacia de la gran "novela familiar". Lanthimos la desentraña de un modo surrealista y extraño, especialmente el núcleo familiar posmoderno más enquistado. Es decir, sobreprotección, endogamia, miedo, odio al extraño y todo un sinfín de neurosis que, ay, tienen demasiado de nosotros mismos. Canino ofrece la historia de una particular familia que vive aislada en el campo (excepto el padre, que va a trabajar), un lugar donde se educa a tres hijos en una eterna infancia, en una (aparente e) imposible forma de vida, donde el lenguaje se modifica, la televisión es un espejo y el relato vital común se basa en extraños mitos y reglas extraídos de la más delirante de las mentes. Gatos y aviones como poesía enferma.

Pero en el hombre, y la mujer, en todos y cada uno, existe ese algo latente que dice que hay algo más, que la mentira familiar es otra gran mentira (de las muchas posibles). El canino (ya comprenderán). Tal vez el germen de las demás. Hoy parece un pecado una afirmación así, pero no está tan desencaminado cuando uno de nuestros grandes filósofos en la sombra (injustamente, claro está), Vicente Verdú, señalaba eso de Contra la familia, la gran reveladora/generadora del odio al "otro", sobre todo para autoprotegerse, la tribu al fin y al cabo. Sí, eso tan simple que nos decían algunos cuando rompíamos algo queriendo o sin querer, la culpa es de los padres. Y tal vez por simple no es menos cierto,la familia (lo podemos observar todos) defiende un modelo de autoconsumo y suspicacia, el último reducto donde protegernos ante el dolor del mundo. Lo de nosotros contra ellos. Cuando, no lo olvidemos, el dolor es consustancial a la existencia. Como querer vivir sin el aire que son los demás. Vean Canino, por favor. Comprenderán/comprenderemos (eso tan grande que hace con sugerente facilidad el ARTE).

[Trailer de Canino. Autogestión imposible del dolor]