jueves, 11 de noviembre de 2010

Fotos de tus desnudos (y mordiscos)

Siempre fuiste un tanto extraña. Una chica aparentemente tímida que luego me mordía el cuello y los lóbulos de las orejas con fruición. Solías hablarme de tipos serios que te habían amado (y mordido), de manicuras, de una vez que fuiste al cine sola de niña y otro niño no dejó de mirarte (apenas vió la película) y de aquella ocasión en que enfebrecida y alcoholizada decidiste tatuarte una palabra obscena en el interior del muslo (agradable sorpresa para cualquiera de tus amantes).

Solías aparecer por mi trabajo, en aquella empresa de azulejos que quebró, y pedirme una y otra vez que te hiciera el amor dónde fuese, cómo fuese...Mis compañeras, casi seguro, pensaron algún día en matarte allí mismo, cuando te veían aparecer con aquellos top ajustados y las faldas cortísimas de colores brillantes. Toda los hombres de la oficina, sin excepción, te miraban y me envidiaban, pensando luego de vuelta a casa en tus piernas largas y tu pecho alto.


Hasta que un día, no sé porqué, comenzaste a no querer besarme, a no pedirme que te mordiera o morderme tú(esto fue lo que más me inquietó). Habías conocido a otro. Alguien rudo con una dentadura perfecta y blanquísima. Tú siempre te burlaste un poco de mis camisas a rallas y mis dientes pequeños. Tengo alguna foto tuya desnuda que me gusta mirar de cuando en cuando, para recordar que una vez fui afortunado, que tu piel blanca me deseaba (nunca supe muy porqué, no lo explicaste).

Te volví a ver ayer. No dije nada ni me acerqué a saludarte. Estabas mirando un escaparate. Llevabas el pelo más largo y una blusa oscura que no delataba tu silueta de gata. Nadie prestaba demasiada atención a tu cuerpo. Me sorprendió ver que sacabas unas gafas de cerca para poder ver el precio de algún vestido, zapatos o chaqueta. Me di la vuelta y caminé en otra dirección. Una nube tapó el sol y el día comenzó a parecer más artificial y seco. Llegué a casa y rompí todas las fotografías que tenía (las tuyas incluidas). No sentí alivio. Nada.



*Imagen de Juan Francisco Casas.




[Tokyo Police Club, la hormonada baanda canadiense que quiso comerse el mundo. No creo que lo hayan conseguido]



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