miércoles, 29 de julio de 2009

Roger Wolfe, Migoya y el descanso que se ha ido



Se ha ido el descanso. Una noticia espeluznante, salvo por las agradables y buenas lecturas que me llevo. Destaco algunos nombres que me han causado una profunda impresión (bueno, Wolfe ya lo leía con 18 años y me sigue encantando): Hernan Migoya con su "Todas putas", unos relatos incisivos, provocadores y encantadoramente polémicos (lo de su violador y demás es un regalo para el lector inquieto -Rulo ya lo sabrá porque se lo he dejado para que me confirme el/los acierto(s) del autor- y el recuerdo colectivo de que la literatura no tiene porque ser políticamente correcta. He vuelto a darle otra oportunidad a Dennis Cooper con su "Contacto" (con una prosa e historias duras como el acero) y el libro de Gabriel Oca "La carretera muerta" con retazos del mundo de la heroína, buen humor y experiencia, mucha experiencia. Ah, también "Céline secreto", una recuerdo medianamente poético de la mujer de Céline y una adjunta que se cree una gran poetisa (sobra, claro). La historia, como siempre sorprendente, y Céline un gran tipo (aun con su máscara más deforme).



Pero el que he (re)disfrutado ha sido el bueno de Roger Wolfe, con "Noches de blanco papel", las obras completas de su poesía. Por cierto se aprece muchísimo a mark E. Smith de The Fall. He vuelto con esa grandeza que es "Arde Babilonia" y demás. Impagable también lo del british con alma española. Lo leía, está dicho, cuando andaba por la universidad y otros poetas me parecían aburridos, pretenciosos o no llegaba a comprenderlos. Wolfe es directo, sin miramientos, buscando los lugares y momentos que hacen remover al individuo por completo. Un fuerte punch en toda la cara que volví a recibir con gusto (la literatura debería ser eso). Bueno, Cooper no se le queda atrás, pero a veces acaba siendo desagradable. Y uno, para bien o para mal, ya no está para cosas desagradables.


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