
Agujero negro posee todos esos elementos que, combinados, dan lugar a una revolución en ciernes. Adolescencia, agilidad e imagen potentísima. Sobre el papel, la historia de unos cuantos chicos de instituto que se transmiten una rara mutación (individualizada, cada uno la lleva en una dirección mutable concreta) mediante el contacto sexual. Una mezcla de transformación entre el rock n´roll y el SIDA. Cambio generacional, aislamiento, separación de los diferentes, eso ha sido y será toda la vida ser joven y medianamente sensible. Desde los 50, se ha creado toda una cultura de lo juvenil, de los productos diferenciadores entre "ellos" y "nosotros" (mucho del miedo a envejecer es consecuencia de esta misma idea). Nadie quiere ser viejo, todos queremos formar parte de los demás, de ese gran grupo que parece esconder la felicidad, sonrisas y un agradable dejarse llevar. Pero la inteligencia y la sensibilidad son el contrapunto, y justamente de esa zona muerta habla Agujero negro en profundidad. En el instituto nace la estructura social (de la que Facebook parece ser su continuador lógico). ¿Cómo se siente el que está solo o discriminado? El futuro era esto. La historia decae en algún momento, pero la brillantez visual lo compensa y lo reequilibra. Un gran trabajo que vuelve a dignificar el viajo arte de dejar boquiabierto al lector.
[Jon Spencer Blues Explosion, rock n´roll de última generación]