El dandismo es sufrido a la vez que glorioso, por eso me extraño sentándome en los taburetes de los bares. Por eso me sorprendo cabizbajo, bebiendo cerveza (nada dandy) y viéndome más lejos de Baudelaire ("Hay que ser sublime sin interrupción"). Aspiro el calor que desprende la gente que baila y me entras unas ganas locas de fumar (menos dandy todavía el no hacerlo). Pienso que uno iba para Roger Wolfe y se quedó en poeta solitario de provincias. Recuerdo cuando iba al café Gijón y estaba solo. No había escritores. Sólo trajes, corbatas y alguna adolescente largilucha que iba a comer con su padre.
Siempre acabo por pensar que el mundo y uno mismo estamos mal hechos.
El dandismo no se elige, te elige él a tí si quiere, te eligen aquellas, sus musas, para ser precisamente las tuyas. No está la intencionalidad y la impostura en su naturaleza. En el Gijón había unos tipos vestidos de marineros, que te acompañaban a la mesa. Los poetas de verdad están solos, pues es solo como mejor se ve el mundo dentro de uno mismo, amigo Julio. Nunca fueron al Gijón.
El dandismo no se elige, te elige él a tí si quiere, te eligen aquellas, sus musas, para ser precisamente las tuyas. No está la intencionalidad y la impostura en su naturaleza.
ResponderEliminarEn el Gijón había unos tipos vestidos de marineros, que te acompañaban a la mesa. Los poetas de verdad están solos, pues es solo como mejor se ve el mundo dentro de uno mismo, amigo Julio. Nunca fueron al Gijón.