miércoles, 19 de octubre de 2011

Winter Indie City, soñar despierto

Hay dos formas de hacer las cosas: por dinero o por pasión. La segunda opción, evidentemente, no por difícil es menos interesante. Y otras veces, no pocas, es la única forma de lograr las cosas que uno quiere. Algo así sucede tras la sombra del WIC, un fantástico festival intermitente en la ciudad de Segovia que, poco a poco, va consolidándose como una propuesta singular y excesiva en una realidad muchas veces mediana y casi gris. En algunas ciudades, es esto (arrojarse a la piscina sin mirar ni media) o perder la vida día tras día, por lo que les acabo por ver como unos hermanos majos que viven lejos y sienten el mismo spleen. Hablaba de pasión y, creo no equivocarme, es la clave fundamental que se esconde tras infinitas horas de preparativos, promoción y gestión para un evento musical de esta altura. Quien ha hecho algo así, sabe de lo que estoy hablando. Faltan calles y plazas, ay, a los promotores musicales de este país.




No tengo muchas dudas de que el WIC posee algo especial, ese cuidado y dedicación (casi artesano) de ir organizando las cosas con paciencia y buen gusto. Esa forma de traer al grupo punturo que, si no es de es de este modo, sólo iría a la ciudad del acueducto a por cochinillo o fabes de la Granja. Uno vivió allí y sabe cómo se las gastan estos segovianos con las cosas del comer. Ya digo, o este gente se ponen tibios a torreznos (insisto, sé de lo que hablo) o se dedican a montar conciertos o traer a gente como Catpeople, Guadalupe Plata o The Bleach. A dos de estos tres los hemos traído por León para animarnos y quitarnos también el frío de la desidia. Se lo decía yo un día al bueno de Adrián (voz de los Catpeople), "en este país, los grupos tocáis gracias a la gente apasionada". Tengo la sensación de que mis hermanos segovianos de sangre musical y exceso piensan lo mismo. Si quieren ver algo hecho con el corazón (no hay tantas cosas como uno cree), pasen por la mítica La escuela (en mi primera novela, El tiempo nos va desnudando, aparecía este mágico lugar noctámbulo de repetición y fin), y dejense acariciar por los mejores sonidos que hoy se hacen en este país. No lo piensen más: Voten pasión, voten WIC (Winter Indie City). Algo así como soñar despierto.







[Catpeople, gigantes en lo íntimo ]




miércoles, 12 de octubre de 2011

Oda a Chloë

A veces se aparece a mí
y me tiro a sus pies
de sal y mugre
a rogarle el milagro
de su presencia,
su agresión sin fin
(me suele morder la base del cuello)
y esa especie de calor tenso
que irradia su boca muy abierta.


Creo que sueño a menudo
con su desnudez blanca y carnal.
Chloë... Chloë...


Para los que estamos solos
(para los que estáis solos),
nos queda Chloë.


Fuera hace frío
y Chloë guarda algo así
como cierta dignidad felina
en su pelo rubio
de animal hermoso
que roza algo contra los muslos.


Para los que estamos solos
(para los que estáis solos),
nos queda Chloë.










[Black Rebel Motorcycle Club, rock n´roll]




domingo, 2 de octubre de 2011

Greenberg, parecidos razonables

Greenberg es una auténtica joya escondida en las estantería de su videoclub. Y quizás está en él únicamente porque aparece un Ben Stiller magnánimo que habrá bajado su caché a un algo ridículo para ofrecer(se) cierto encanto indie en su currículum de comedia perpetua. Tal vez, y uno debe aprender a verlo y asumirlo, Greenberg posee cierta comicidad innata, pero tan turbia que uno no puede salir de ella más que dolido, jodido o algo peor que acaba por quitar el sueño. O con más alcohol en sangre, quién sabe.



La cinta narra la vida de un treinteañero-cuarentón, el tal Greenberg-Stiller, sin perspectivas de futuro, agrio como el vinagre y tremendamente poco hábil para el amor o las relaciones personales. Pero hete aquí que aparece una mujer que parece tener más resistencia que un batallón de infantería. Y para sorpresa de la mismísima existencia surge ese algo que no sabría cómo denominar (y no me pasa muchas veces), eso que constantemente mi generación lastimera (bueno, quizás sea yo el lastimero) lía en cada lugar por el que pasa. Otros lo llamaron desencanto. Desidia de inicios de siglo o algo así. Pongan ustedes el nombre.



Recomendación impagable del bueno de Henry Pierrot, al que últimamente debo una relectura de mi treintena avanzada. Neurosis snob o imparable decadencia personal.En todo caso una nueva visión de mis fobias y filias maduras (ay, me da que empiezo a ser interesante, eso tan terrible y temido). De conflictos en esta línea vivió siempre un Robert Crumb autoreferencial y le fue muy bien. Bueno, acababa siempre a lomos de una señorita, pero esa es otra historia. Echen un ojo a Greenberg y veánse reflejados en mil tics imposibles que todos creíamos únicos. Miren al espejo. Tela con lo que devuelve.





[Murphy y sus LCD Soundsystem, la última banda sonora posible de una nueva generación perdida]