Las musas tienen la extraña cualidad de estimular la de ya de por sí estimulada mente del creador. Es, como suele decirse popularmente, echar más leña al fuego. Hay musas y musas, como hay estímulos y estímulos, por eso solemos creer que eso de las musas es alguien/algo que hace temblar a las gentes por la calle, tiene lágrimas de plata o brillos de acero. La musa o las musas suelen ser chicas/ mujeres/ niñas que habitan el mismo espacio que uno; personas con buenos y malos sentimientos y un gesto, un tic o una forma de mirar que cambian algo esencial en uno, aunque nunca parecen conscientes del todo (eso serían modelos de pasarela entrenadas, aunque también pueden ser musas de alguien en habitaciones de estudiante sensible), modificando tu vida, tu forma de crear y "estar" en la realidad (llena de otras mujeres que, a veces, solo transitan por las aceras y las boutiques).
Ser musa es complejo. Tiene la complejidad de estimular en un mundo hiper-estimulado. Hay musas con gesto de animal bello o de gato salvaje (Chloe Sevigny en la imagen), o movimientos que reconcilian con lo mejor de la feminidad posible (Debbie-Blondie- en video). Ser musa es laborioso. Supone considerar que el mundo es estimulable y algunos hombres (o mujeres) pueden o deben ser estimulados para que comprendan un poco el mundo y por tanto su reflejo. La musa, en el fondo, es egoísta y narcisista, quiere verse por todas partes, en todos los espejos posibles. Ser musa es querer quedarse aquí eternamente, como un tatuaje en la piel de todo el que mira. Por eso los libros llevan su rostro y la música el ritmo de sus piernas. No quieren ser olvidadas, quieren ser eternas como las piedras verdosas bajo el agua. Hay veces, por cierto, que lo consiguen.
NOVELA: Javier Mateo Hidalgo.
Hace 16 horas
MUY BUEN POST.
ResponderEliminarSALUDOS!
SERGIO ARMAS