El sistema me confunde. Cada día un poco más. Y lo de los Juegos Olímpicos es el último asalto. Estaba el otro día viendo sin querer (y sin pretenderlo) la gala de inauguración de los Juegos, en pleno año del hambre, y de repente comienzo a escuchar a The Who y su My Generation. Bien, en principio, pienso, revolución contenida y tal (ya es nostalgia oficial, para qué engañarnos), y poco después comienzo a oír otras notas con más rabia... son The Clash. Y entonces la chavalería que anima el cotarro aparece saltando, colorines con brillo y fuegos artificiales.Y vuelvo a meditar: ¿London Calling en unos Juegos Olímpicos? Pues sí, Londres ardiendo. Pero la cosa no queda ahí, no. Estos ingleses no tienen fondo (de tan patrióticos van a ir negando progresivamente el olimpismo). Suenan los Sex Pistols y esa voz inconfundible de Johnny Rotten aparece por los altavoces del bar en que me encuentro (con lo más granado de las letras locales, Xen Rabanal, Vicente Muñoz y Rafael Saravia) y unos cabezudos saltinbanquis con cresta aderazan la canción, en una especie de parodia del punk y épica músico-geográfica. No doy crédito. Pero la cosa sigue, vaya qué si sigue. Estoy digiriendo la versión burda y tonta del punk, y de repente puedo escuchar el Blue Monday de los New Order. Y entonces ya me quemo. Ardo por dentro. Estos no se han enterado de absolutamente nada.
New Order y su escuela Madchester (véase Happy Mondays y demás) es, probablemente, la mayor banda sonora de la drogadicción del siglo XX. Cuando el hombre blanco volvió a bailar lleno de éxtasis, ya saben, y se olvidó de todo. Y claro, eso no tiene mucho qué ver con los valores olímpicos ni nada por el estilo. Pero no contentos con esto se calzan un círculo amistoso en plan We are the world con el símbolo del Acid House. No doy crédito, no comprendo nada, me han pillado con el paso cambiado. Un desconocimiento tal me abruma. Tardo en asimilarlo y tardo en decir algo. Por suerte Xen nos cuenta que hay una teoría conspiradora que dice que van a hacer pruebas con las imágenes televisadas en estas Olimpiadas, en plan subliminal. Añade que hay otra teoría que dice que el príncipe Guillermo es en realidad el Anticristo. Y ya todo me parece posible, lógico, transparente y medianamente tangible. Esto es el fin. Y entonces veo la equipación del equipo español y no me queda ninguna duda. Ese tipo de letra, ese look empobrecido... Tal vez no sea el fin, sólo el nuestro y de todo aquel que nos roce. Amén (así sea) pues.
[O puede que todo sea perfecto. Grises todavía templados en la memoria del Carmencita Festival]
"... con lo más granado de las letras locales...", ¡qué grandes! ¡cuatro escritores como cuatro soles! ¡talento a raudales! y de vinos por la ciudad... ¡qué humildad!
ResponderEliminarEso si, se os pasó que la ceremonia la dirigía Danny Boyle... :(
yo prefiero las paraolimpiadas.
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