Se fue John Hughes, uno de los hombres que más estimuló mi adolescencia con películas como El club de los cinco (una obra maestra del cine teen), Todo en un día (que volví a aver antesdeayer por casualidad, ay, qué grande Ferris Beuller)o Weird Science. Una pena, vamos.
He escrito alguna vez -en papel- sobre las intensas sensaciones de aquel mundo de adolescentes perfecto, hermoso y envidiable. Se inició, quizás, y de este modo, mi adicción al relato americano sobre sentimientos ingenuos (los yankees son muy ingenuos), amor temprano y música pop. Porque, claro, luego el bueno de John siguió haciendo cine, pero ya de otro tipo, Solo en casa y demás. La estructura de la cinta era buena, pero menos teen y más de carcajada infantil. Se alejó de nosotros, los adolescentes eternos que le veíamos relativamente tarde en aquellas películas de las 15:30 en La Primera. Soñé con sus chicas pelirrojas, el ingenio de los que lo quieren todo, poster de Simple Minds... todo eso, más o menos, lo he ido logrando, pero ahora no está Hughs para verlo. Cuídate John.
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