Ayer pude volver a ver Soñadores, la excelente y juvenil cinta de Bertolucci. Tiene algo de esas películas que te conmueven por dentro, te re-encuentran con tu "yo" íntimo y sexualizado, con los muchos sueños, las revoluciones pendientes...
Soñadores se desarrolla en el 68 parisino, cuando un estudiante americano conoce a una pareja de hermanos (literal lo de pareja) y se va a vivir unos días con ellos. De fondo las calles ardiendo, estudiantes críticos, mucho cine (Banda Aparte, Luces de la ciudad, La reina Cristina...), sensualidad de una actriz desbordante (maravillosa la protagonista y maravilloso su cuerpo) y literatura y revolución.
En el fondo, el film bertolucciano habla de los modos de encarar la revuelta (si encerrado en casa con vinos caros -sí, el "anarquista de salón", en el que me veo un poco reflejado-) o el individuo que sale a la calle, Entre Keaton o Chaplin, entre el amor puro y el impostado, entre el que aparentamos ser y el que somos; del "superhombre" de Nietzsche a Godard, de la naturaleza al artificio de la ciudad, todo para recordarnos las fórmulas agotadas, los posibles caminos y los errores y aciertos del pasado. Y sí, aunque suene a tópico, queda el presente (y también el futuro, queda pues casi todo).
Ayer mismo, en una entrevista a Luz Casal (cultura oficial aparecida prensa), señalaba que estamos viviendo una revolución. Me preocupa que sea un titular de prensa, como quien habla del tema internacional de turno, las hijas de Zapatero o el escudo antimisiles. Tengo la sensación de que si es así, o es muy silenciosa o está acallada. O tal vez los que estamos en ello no lo vemos.
La banda sonora del 68, los Rolling Stones y su "Street Fighting Man"...
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Hace 14 horas
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