Intento comprender. El que se esfuerza en respirar tras un ataque al corazón. No sé nada sobre ti. No vivo lo suficientemente aislado. Supongo que muchas cosas se acaban por escapar de entre las manos. Nadie tendría que sufrir aquí o todos acabaremos por sufrir aquí. Las cosas a veces sí funcionan.
El calor de tu ventana
como un film en blanco y negro.
Casi como un madelman moreno
que llorase lágrimas de plástico.
Huiremos juntos donde el aire
sea fácil y complaciente,
donde los objetos
permanezcan de pies,
las personas sean
completamente ciegas
y las almas deambulen
como en un circo extranjero.
Hay quien nunca ha tenido nada. Deberíamos envidiarles eso. Todos juntos conseguimos que ya nunca pase nada. Aquel día que nunca existió viajamos donde acababa el sol, los diamantes son los días y el calor es ese extraño regalo de los dioses duermevela. Seguro que alquilaremos un coche descapotable, nos bañaremos en cerveza fría y escupiremos con desgana al vacío. Las cosas suceden así. Tan sólo soy ese chico alto y triste. La única diferencia contigo es la altura.
NOVELA: Javier Mateo Hidalgo.
Hace 18 horas
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