jueves, 28 de marzo de 2013

Lucky Malice, (benditas) chicas malas




"Quiero experimentarlo todo"

Debbie Harry 





El Colectivo Dead End León y la sala Retrovisor ofrecieron el pasado (y muy reciente) martes 26 un concierto brillante, sensitivo y con mirada puesta en el futuro. Con Half Track como insignes teloneros locales, las chicas noruegas de Lucky Malice nos obsequiaron con un magnífico y arrollador directo, un regalo a medio abrir hecho de hardcore sensitivo y evasión eléctrica. Sonaron contundentes, divertidas y con ecos de todas esas chicas que han volcado nuestra sensibilidad definitivamente de su lado (desde L7 a The Donnas, pasando por Bikini Kill, The Runaways y demás féminas decididas a cambiar la realidad y el rumbo de la propia música). Con versiones más que acertadas de Buzzcocks o Ramones, y con un cancionero propio excelente, llegaron directas y sin intermediarios a los órganos más blandos y al pabellón auditivo más (hiper)estimulado por el ruido. Fue un verdadero placer escucharlas, conocerlas y sentir de cerca ese espíritu riot grrrl tan necesario como olvidado en esta deriva actual (cuando el movimiento riot grrrl debería ser algo nostálgico y no una demanda eternamente sin cumplir). Chicas consiguiendo (al menos un poco) eso que dicen tan imposible, cambiar el mundo comenzando por nosotros mismos.   







Agradece uno iniciativas así, y más si provienen del subsuelo más legítimo y de individios comprometidos con un crecimiento cultural de la propia ciudad de León. Subsuelo en todos los sentidos (por las propias catacumbas del Retrovisor) y por ser una propuesta alejada de convencionalismos y mentiras agradables. Adoro extraña y enfermizamente esta ciudad, pero echaba ya de menos un directo más visceral y rabioso y no tanto algo anclado en un folk acomodaticio y conservador de formas y discursos. Lucky Malice, esas chicas del norte, trajeron consigo cierta furia llena de belleza, hedonismo sin coartadas y actitud arty ante una vida que no acaba de ofrecer demasiadas esperanzas. Música que se extendía físicamente por ese pequeño mercadillo con vinilos, casettes y VHS, como volver sutil y delicadamente a una década, los 90, en que las cosas (todavía) se podían tocar con los dedos: la música, las personas y el propio futuro. Tal vez nos equivocamos de lleno en algún momento. Por suerte, estas chicas de fría simpatía nórdica trajeron las preguntas adecuadas.











[ Lucky Malice, formas femeninas y cambios pendientes ]








domingo, 17 de marzo de 2013

Luz (muy) fría





Extraído del prólogo de Luz fría (Ed. Origami, 2013)









"La aventura del protagonista comienza con un desliz cotidiano, uno de esos accidentes tontos (como si los accidentes estuvieran dotados de inteligencia) que gira la llave de su mundo interior y le enfrenta a su propio yo. Nada más tentador para un psicoanalista que la interpretación de este acto fallido, este accidente doméstico producto de la negligencia, del descuido o, como en este caso, del deseo de mirarse en el espejo. (...) En muchas culturas existe la creencia de que el alma humana se esconde tras la imagen reflejada. (...) El riesgo de ser atrapado por la propia imagen especular es muy grande, pues detrás de ella está la locura, o la muerte. Dorian Gray, Alicia o la madrastra de Blancanieves dan buena cuenta de ello."




ANA FERNÁNDEZ-MANCHÓN
Doctora en Psicología
























[ Tennis, luz vítrea y sol templado ]










domingo, 3 de marzo de 2013

Olvidados, rebeldes


La isla de los olvidados (2010) ha tenido una reacción desigual. La crítica especializada se ha empeñado más en ver sus errores (escasos o inexistentes) que en destacar sus aciertos (muchos y de muy distinto tipo). Justo esa misma crítica que se empeña en señalar obras maestras fin de semana sí, fin de semana también (curiosamente de amigos cercanos o producciones nacionales), y que luego, claro, uno se acerca a verlas y resultan insufribles (de mala digestión e inabarcable aburrimiento). Descreo ya de cierta crítica snob y decadente, interesada y ombligista. Pero ya digo, La isla de los olvidados es otra cosa. Ambientada en la Noruega de principios del siglo XX, un joven asesino llega a un centro de "educación" completamente aislado en la isla de Bastoy (en el fiordo de Oslo) para enmendar sus errores y convertirse en un futuro "buen cristiano". Pero su llegada acelerará el proceso de descomposición de un centro plagado de abusos e injusticias. Con un excelente Stellan Skarsgård como director de la prisión juvenil y unos adolescentes a la altura en intensidad y enfado (aunque también hay que decirlo, algo arquetípicos), la cinta despliega un encanto que no para de crecer y en el que uno  identifica sensaciones y crisis sociales en ciernes muy similares a las actuales (salvando las distancias, claro).








Similitudes, decía, porque la presión y el abuso siempre acaban por explotar. Puede tardar más o menos, pero cuando lo hacen acaban convirtiéndose en una ola de destrucción o enfado proporcional a la presión anterior. Eso que algunos llaman equilibrio poético. La cinta muestra la enorme corruptela moral de los guardias y responsables, exactamente esos mismos que se atreven a dar lecciones, consejos o simples directrices educativas bajo la excusa de la disciplina. Amenazas, chantajes, abusos... y un sinfín de actitudes inhumanas que quieren hacer pasar por nobles, justas y orientadas al bien común (¿les suena?). Les aseguro que les encantará la película, se encenderán por dentro, morderán sus labios y pedirán sangre, mucha sangre. Justo eso mismo que solicitamos al género y que quizá sirve de catarsis ante un enfado social creciente. Disfruten a su modo de La isla de los olvidados, está basada en dolorosos hechos reales.










[La isla de los olvidados, sufrimiento y reacción]